Mucha de la música que nos llega al alma, tiene que ver con el estado de ánimo en el que nos encontramos cuando la escuchamos. Las notas musicales, la letra y la melodía se insertan y vibran hasta las entrañas de acuerdo a lo que en el momento sentimos.

No suele ser siempre así. Muchas veces solo nos gusta por su ritmo, pero de ahí que uno suela encontrar una canción que al primer momento de escucharla le pongamos repeat hasta el hartazgo. Aunque en realidad nunca nos hartamos de una canción que toca lo más profundo de nuestros sentimientos.

Desde que comencé a usar la plataforma de Spotify, además de buscar y escuchar lo que me gusta y que ya he escuchado infinidad de veces, me di a la tarea de dejar también que la reproducción aleatoria me sorprenda.

Así como la vida, la música también tiene que sorprendernos y encontrarnos desprevenidos para que, en el momento menos pensado, sea una canción la que nos atrape. En ello radica mi sentido y sensación de la comprensión de las ideas.

¿Cuántas veces nos ha pasado que estamos pensando infinidad de cosas en cualquier lugar que nos encontremos y de pronto, a lo lejos, escuchamos una canción que cimbra y sobredimensiona todo lo que pensábamos? ¿Cuántas veces no nos hemos detenido en el camino porque en algún lugar suena una melodía perfecta para lo que vamos imaginando?

¿Quién la canta? ¿Quién es? ¿De quién proviene ese sonido que me removió hasta las entrañas? Es lo que suelo preguntarme cuando una canción me sorprende caminando, en el taxi o cuando estoy en casa y dejo correr el Spotify para que me sorprenda.

Entonces entra el sentido de la curiosidad por saber y escuchar más de lo que había percibido antes y ahí todo entra en función de la identificación con la rola o la banda.

Cuando lo descubres, entonces viene la magia de la música. Llegas a casa, o si ya estás en ella, programas la canción, te sientas en el sillón o te acuestas en la cama o simplemente buscas el rincón más cómodo.

Entonces le pones play y dejas que con la música lleguen el mar de ideas, de sentimientos o de pensamientos que habían estado guardados quizá de años, del momento o de lo que uno a veces quisiera que pasara.

Darle rienda suelta a las ideas y pensamientos escuchando una canción es de lo más placentero y sanador que yo he encontrado últimamente. Porque la música purifica y muchas veces acomoda las ideas.

La música renueva las emociones y satisface al corazón. Cuando uno encuentra esa correlación entonces la canción se vuelve interminable en un mar de repeticiones que le damos al reproductor. No queremos que nunca termine esa melodía ni que dejen de fluir los pensamientos.

Así he “descubierto” músicos y canciones que me llegaron al alma, que me han hecho palpitar infinidad de ocasiones.

Por eso desde que comencé a usar Spotify dejo también que me sorprenda la música misma y no recurro a lo que ya he escuchado infinidad de veces. Porque como lo dije antes, así como la vida, la música también debe de sorprendernos, sacarnos de ese estado de confort y aventurarnos a nuevos horizontes.

Hermosa es y hermosa será siempre la música. Ya lo decía el filósofo alemán Friedrich Nietzsche: “Sin la música la vida sería un error”.

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