El primer ejercicio en México de consulta de revocación de mandato presidencial no es un acto de participación democrática directa que tiende a la anulación del encargo, parece más un plebiscito de ratificación porque tiene un uso táctico político muy claro, sostiene el investigador David Altman quien, al hacer un análisis comparativo a nivel latinoamericano, sostiene que lo que hará este domingo 10 el presidente Andrés Manuel López Obrador será una confirmación de su poder, como lo hicieron en su momento Evo Morales y Hugo Chávez.

“Es algo muy raro, se trata de un hombre (Andrés Manuel López Obrador) que cae bien a la ciudadanía y no creo que se quiera ir de la Presidencia; es muy evidente que tiene un objetivo político distinto. Lo que vamos a ver en México no es lo que en la literatura política se considera un revocatorio de mandato, lo que vamos a ver es más un plebiscito ratificatorio.

“El caso mexicano es rarísimo porque la persona que sería sujeto de la revocación pone todo su aparato para juntar firmas”, advierte el investigador de la Pontificia Universidad Católica de Chile, quien considera que al provenir de un gobierno o de una autoridad, el ejercicio de revocación de mandato se desvirtúa en su esencia y origen, que es un derecho ciudadano.

La afirmación del también doctor en ciencia política por la Universidad de Notre Dame, de que parece más un plebiscito de ratificación que una consulta de revocación de mandato, tiene sentido si se observa la campaña que en las redes sociales y en las calles realizaron organizaciones que apoyan a López Obrador, como Que Siga la Democracia, AC, y Que Siga el Presidente, AC, que utilizan el término de “ratificación” en lugar de revocación, como lo establece la ley.

Estudioso de la vida política latinoamericana –en particular de los mecanismos de democracia directa y de participación ciudadana por medio de iniciativas populares, los cuales aborda en su reciente libro Ciudadanía en expansión. Orígenes y funcionamiento de la democracia directa contemporánea–, Altman observa con dudas y preocupación el ejercicio de revocación de mandato presidencial que por primera vez se realiza en México.

Altman actualmente dirige el Instituto de Ciencia Política de la Pontificia Universidad de Chile y el proyecto Variedades de la Democracia, cuya tarea es producir indicadores del funcionamiento de este sistema político.

En entrevista, días antes del domingo 10, fecha prevista para la consulta de revocación, resalta de entrada que México es un país importante para la vida política latinoamericana, pero observa con precaución y hasta con escepticismo dicho ejercicio, promovido e impulsado por el gobierno de López Obrador y su partido, Morena, quienes se han confrontado con el Instituto Nacional Electoral acusándolo de no organizar la consulta con los requerimientos necesarios.

“Conozco las generalidades. México es un país muy importante y significativo, pero tiendo a ser un poco escéptico y a mirar con cierto grado de precaución el uso de esta supuesta conexión directa entre el gobernante y los gobernados, esquivando las instituciones representativas.

“La democracia representativa es una condición sine qua non de la libertad. Podemos tener altos niveles de libertad sin necesariamente tener hoy en día la necesidad de referéndums y de consultas populares, pero indiscutiblemente no es al revés, no funciona de manera opuesta. No podemos tener libertad en un contexto donde no hay instituciones representativas.”

Sostiene que la democracia representativa, con todos sus dilemas indiscutibles y conocidos por todos, hay que defenderla ante todo. Por ejemplo, cita el abuso de los decretos presidenciales del exmandatario Saúl Menem en Argentina quien, dice el investigador, lo usaba de manera patológica.

“Pero eso no significa que los decretos sean malos, existen en todas las democracias del mundo porque hay momentos que se necesitan órdenes ejecutivas muy rápidas. Pero no se puede gobernar con base en decretos, como lo hizo Menem. Y sin embargo lo hizo. El tema es cómo se arma la arquitectura de forma tal que se delimite la posibilidad del abuso.”

Recuerda la consulta sobre la cancelación del aeropuerto en Texcoco, que se llevó a cabo del 25 al 28 de octubre de 2018, días antes de que López Obrador asumiera la Presidencia. Admite que ese ejercicio le provoca dudas.

“Esa apelación directa que hubo con la consulta previa del aeropuerto a mí me genera dudas y un cierto grado de preocupación. Pero hay que ver bien la experiencia y la cotidianidad, hay muchas cosas internas, las peleas que se me escapan y son importantes”, señala Altman en la entrevista con Proceso.

Estrés político

El investigador chileno, cuyos trabajos se desarrollan en el área de la política comparada, observa que en América Latina ha habido experiencias de esta naturaleza. Recuerda que el caso más cercano es el de Bolivia en 2008, cuando en una confrontación entre el presidente Evo Morales y el Parlamento de su país, el mandatario puso la propuesta del plebiscito en la mesa y dijo que ponía su cargo a disposición si todos los intendentes hacían lo mismo.

“Eso fue firmemente calculado. Evo lo uso para ser ratificado, pero también le fue bien a la oposición porque sacaron más votos de los que esperaban; Evo sacó menos votos en los departamentos donde esperaba más. El tema es que fue una opción decidida por las autoridades de forma estratégica como usualmente pasa con los plebiscitos”.

En su libro Ciudadanía en expansión Alt-man subraya la importancia de diferenciar los distintos tipos de democracia directa y sostiene que es imposible hablar de ésta y su efecto sobre la democracia representativa “si no hay instituciones que permitan esa sintonía fina entre la ciudadanía y las decisiones políticas y otros que son lo opuesto, como son los plebiscitos”.

En la entrevista, refuerza esa idea: “Dicho coloquialmente, los plebiscitos tienden a ser usados tácticamente por las autoridades para darle legitimidad a una decisión política complicada, para lavarse las manos o para destrabar un conflicto. Lo que pasa en México el domingo es una cosa rara porque primero hay mucha discusión sobre si es un referéndum revocatorio, lo cual es más una consecuencia y un corolario de la elección regular de autoridades que un ejercicio de democracia directa pura.

“Si asumimos que es democracia directa pura, en la literatura de la disciplina se tiende a mirar el referéndum revocatorio de reojo, pues genera un estrés político muy grande, casi innecesario, porque en vez de sacar a una persona por motivos políticos y no jurídicos, y corregir la política, provoca situaciones de extrema gravedad al sistema de partidos políticos.”

Altman reitera que lo que se vive en México se parece más a lo que pasó en Bolivia en 2008 que lo sucedido en Venezuela en 2004, donde sí hubo un intento de referéndum revocatorio por parte de Hugo Chávez, quien logró sortear el ejercicio para sus intereses.

“En ese caso sí hubo un movimiento ciudadano sincero que quería sacar del poder al presidente Chávez, mientras que en Bolivia el presidente Evo lo usó para rea-firmarse en su presidencia”.

Con información de Proceso.

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