Por J. Manuel Mendoza Miramontes

Gilberto Herrera Solórzano, miembro del equipo de transición de Marina del Pilar Ávila y Delegado de Bienestar en Tijuana, quienes algunos recordarán por idear la (hasta ahora) fallida expropiación del Club Campestre y su estridente defensa de la “cuatrote”, declaró a Agencia Fronteriza de Noticias el pasado 8 de octubre algo que, cuando menos, nos debería hacer arquear las cejas:

“…nosotros somos representantes del gobierno que él encabeza”, dijo el morenista refiriéndose al presidente López Obrador y su posible mediación en la trifulca de lavadero que se traen la gobernadora electa y el virrey saliente, Jaime Bonilla.

Nada más alejado de la realidad.

La gobernadora electa Marina del Pilar y el gobernador Bonilla, así como sus equipos de trabajo, son representantes ejecutivos del pueblo de Baja California, un estado que, hasta donde nos quedamos, seguía siendo Libre y Soberano, federado a una Unión, pero con gobierno y autoridades propias.

La visión centralista a la que se refiere Gilberto Herrera Solórzano, es más propia de gobiernos históricamente conservadores.

El Federalismo es liberalismo, acorde a nuestros precedentes en la Historia Nacional, esa que tanto les gusta predicar desde el púlpito de Palacio Nacional.

REUTERS/Edgard Garrido

Los bajacalifornianos elegimos el pasado junio a un gobierno que esperamos vele por nuestros intereses y necesidades, y no por uno que se pliegue a los deseos y prioridades del centro del país.

Entiéndase bien: 2162 km son demasiada distancia geográfica y de visión y de contexto social, como para que desde la CDMX se dicte la voluntad de un Presidente diciendo lo que Baja California necesita.

México es una democracia, una República Federal con división de poderes horizontales y transversales; defender eso es tarea de todos.

Pensándolo bien, es preferible que la 4T siga con sus sueños alegóricos a Morelos y Juárez, antes de que tome a Antonio López de Santa Anna como ejemplo, quien fue un seductor de la Patria, un liberal en su discurso cuando le convenía, pero centralista y conservador en sus actos casi siempre.

Hay que tener cuidado con lo que se dice, porque en las palabras que brotan de forma natural se filtran los pensamientos ulteriores, los que definen lo que realmente sentimos, creemos y deseamos.

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