Colaboración con Angel Mendez

El 22 diciembre de 1951, a 6 años de terminada la Segunda Guerra Mundial, una de las sirenas de aviso civil fue activada a 700 metros de Estados Unidos.

Tijuana, un pueblo de 29,780 habitantes, la había activado, pero no por un bombardeo, si no por una posada. Una historia poco conocida, aunque las huellas persisten hasta hoy.

La Unión de Inquilinos de Tijuana, que apoyaba a familias de escasos recursos, decidió hacer una posada para que las familias pudieran celebrar.

Se pensó tener a muchos niños y sus familias, y la mejor opción era uno de pocos salones de eventos de Tijuana: El Coliseo

El Coliseo era un edificio de 1948, de 4 pisos que tenía una panadería, a la ANDA, la radiofónica XEAZ, un cine-teatro y un salón de eventos en un cuarto piso que antes había recibido eventos de la radio con Tin Tan, peleas de Box, Lucha Libre. Y en 1951, una posada.

La fiesta fue muy esperada, teniendo que regular la entrada con un guardia, mientras adentro ya había niños jugando, padres divirtiéndose, gente bebiendo y cerca de las paredes con esas cortinas que engalanaban de piso a techo de la época, había un arbolito de navidad iluminado.

No se sabe certeramente qué pasó, salvo los varios testimonios que indican que cerca de las 11 de la noche, unas personas “ebrias” empezaron a pelear cerca del árbol de navidad, unos dicen que se cayó, otros que solo se apagó. Pero también que de ese lugar empezó a oler quemado

Durante las siguientes horas, el fuego y el humo crecieron, la gente huía pero la salida de emergencia se encontraba cerrada con candado. La única vía era la estrecha entrada y bajar cuatro pisos a la calle. Otros decidieron ir por las ventanas, bajando por los letreros.

Los bomberos de Tijuana acudieron pero el fuego era mayor a lo que las pipas podían contener. Llegaron a auxiliarles pipas privadas de agua de todo el pueblo, mientras los heridos que llegaban a la calle empezaron a ser llevados por los taxis de manera inmediata al Hospital Civil.

Un incendio grande, en un cuarto piso y la insuficiencia de ayuda motivaron a que algunos Marines estadounidenses en la famosa Revu dejaran la fiesta y llegaran a socorrer a los niños que aún bajaban del edificio.

Al grito de auxilio llegaron los bomberos de San Diego y National City, cruzando la frontera entre México y USA. Siguieron ayudando, extinguiendo el fuego, acomodando los heridos y cuerpos. De ahí siguió un ruido fuerte y el silencio.

El cuarto piso colapsó.

Se estimó en el inicio que hubo 44 muertos, 90 heridos. La mayoría eran menores de edad. La noticia enlutó a Tijuana y San Diego, y las portadas de los periódicos de California y el norte de México retomaron el accidente.

Al tiempo se detuvo al dueño del edifico, Ángel B. Fernández, y al administrador del Coliseo, Ángelo Pusateri, quien incluso estuvo prófugo un tiempo. Varios muertos fueron a la fosa común del Panteón 1, haciendo especular la cifra, tras no ser identificados.

Entre varios de los que murieron, estuvieron héroes del momento, como el Beisbolista Angel Camarena, que rescató a varias personas pero no logro salir antes del derrumbe. El luchador Héctor Tamayo, promesa de la Lucha Libre, tampoco logró sobrevivir.

Con los años la memoria de la tragedia se diluyó conforme la ciudad crecía de sus 29 mil personas. Las misas y homenajes disminuyeron.

Sin embargo el edificio permanece aun 70 años después de la tragedia.

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