La Universidad de Emory se convirtió en escenario de un enfrentamiento cargado de tensión cuando la policía, en un despliegue violento, dispersó con gases lacrimógenos, balas de goma y tazers, una protesta estudiantil contra el genocidio en Gaza. En medio del caos, oficiales de la Patrulla Estatal de Georgia y de la ciudad de Atlanta arrestaron a varios manifestantes que se resistían a abandonar el campus universitario.

Laura Diamond, del Departamento de Comunicaciones de Emory, denunció el ataque como

una invasión policial a la integridad de la comunidad estudiantil, destacando que “varias docenas de manifestantes fueron víctimas de la brutalidad policial” al intentar expresar pacíficamente su descontento. Los relatos de testigos describen una escena caótica, donde el miedo y la confusión se apoderaron de los estudiantes que, en un acto de valentía, se enfrentaron a la opresión.

 

Entre los manifestantes se escuchaban gritos de indignación y resistencia, mientras los gases lacrimógenos llenaban el aire y las sirenas de la policía resonaban en el campus.

El incidente ha generado una ola de críticas hacia las autoridades policiales, condenando su respuesta violenta y excesiva ante una manifestación pacífica.

Los manifestantes, en medio de la represión, reafirman su compromiso con la lucha por la justicia y la paz, denunciando la violencia policial como un acto de represión injustificado.

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