Conocí a Malibé y Anajaime en Enclave Caracol, un centro social comunitario que se ubica en la Zona Centro de Tijuana. Llegué a este lugar en busca de una bicicleta después de la muerte repentina de mi compañero de vida, y me encontré a dos morras que con mucho cariño me acompañaron en mi duelo.

En este lugar no sólo adquirí una bicicleta, también conocí lo que en práctica es la sororidad, un concepto que la feminista Marcela Lagarde define como: “Una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y la alianza existencial y política, cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con otras mujeres…”.

La sororidad, que en latín soror significa hermana, es en los términos de esta antropóloga mexicana la “amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se ponen a trabajar, crear”.

En el sótano del Enclave Caracol pasé algunos viernes del año anterior reparando mi bicicleta en el taller de mecánica que Malibé y Anajaime organizaron para que yo aprendiera, no sólo a andar en bicicleta, sino a tener las herramientas prácticas que me dieran la autonomía de usar la bici como un vehículo que yo misma podría reparar.

FOTO: Lisbeth Chávez / Glocal Media

En una ciudad con la geografía característica de Tijuana y los pocos espacios para los ciclistas en las calles, ser mujer y andar en bicicleta es un acto de resistencia.

“Anajaime andaba en bici para transportarse cuando vivía en Tecate. Yo conocí a un colectivo de bicis que pusieron un taller en Tijuana, dentro de Enclave Caracol. Ellxs me animaron a que también usara la bici como medio de transporte. Cuando Anajaime se mudó a Tijuana ellxs también la convencieron de conseguir una bici y desde entonces no se baja”, señaló Malibé.

FOTO: Nicolasa Córdova.

Anajaime y Malibé salieron de México a finales de enero de este año para emprender un viaje en bicicleta por Colombia. Han recorrido desde Bogotá hasta la costa colombiana, en una aventura llena de amor y mucho aprendizaje.

“Por ahora hemos decidido escuchar a la cuerpa y viajar distancias cortas, queremos disfrutar y aprender a nuestro ritmo. En pocos días sentimos que ya han pasado muchas cosas. Hemos conocido gente muy linda, paisajes muy bellos y comida deliciosa. Ya tuvimos nuestra primera visita al mecánico y hasta andamos pensando en qué cosas vamos a ir dejando porque el peso sí pesa. Ahí la llevamos, lento pero seguro y con muchas ganas de más”, publicaron en la cuenta de Instagram del viaje @tijerasypedales.

Malibé y Anajaime señalan que “viajar en bicicleta como mujeres representa autonomía”, y recomiendan a las otras mujeres que quieran andar en bicicleta apoyarse en su comunidad y no tener miedo a pedir ayuda. “Las redes también nos han ayudado a conectar con morras lesbianas que nos han dado mil consejos y nos han acompañado en el camino”.

Y aunque son consientes del privilegio que tienen al hacer este tipo de viaje, no olvidan las altas cifras de feminicidio. Esta situación las hace estar “bien truchas con el instinto, igual que siempre”.

FOTO: Instagram / @tijerasypedales

Escribo este texto desde el lugar de enunciación en el que creo que lo personal es político. Desde una esquina en la que se lucha por llegar a casa sana y salva, en donde nuestros cuerpos no sean sólo un territorio de conquista.

Escribo desde el aprendizaje feminista que me ha dejado la praxis de morras que acompañan en los recorridos de la vida, aunque a veces estos sean tristes. Ojalá todas podamos conocer a una Malibé y Anajaime en la existencia. O mejor aún, ser desde la práctica feminista lazo de amistad entre las mujeres y los cuerpos feminizados que nos necesitan.

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