Durante los últimos seis años, la señora Esther Morales se ha dedicado a cocinar y llevar comida de forma gratuita a cientos de migrantes que pasan por los diversos albergues de Tijuana, como una forma de retribuir y alentarlos a que sigan con sus sueños.

Motivada por las necesidades que sabe se sufren y padecen en los albergues, en 2016 inició su proyecto “Comida calientita”, entregando una vez al mes comida en estos espacios, hasta que, en 2020, patrocinada por la organización Al Otro Lado, comenzó a hacerlo dos veces por semana.

La señora Morales es originaria de Oaxaca, de donde emigró en 1989 hacia Estados Unidos, como muchos de sus familiares lo habían hecho anteriormente, impulsados por la pobreza y las necesidades que se viven en su pueblo natal.

Esther en su local, con su perrito que la acompaña a todas partes. FOTO: Manuel Ayala / Glocal Media.

Nueve deportaciones y 20 años en Estados Unidos

Durante dos décadas vivió en la ciudad de Los Ángeles, periodo en el que se enfrentó a nueve deportaciones, pues su necesidad era tan grande que en cuanto la regresaban a México, se animaba nuevamente a regresar.

“Soy oaxaqueña, emigré a Estados Unidos en el año de 1989, duré 20 años allá, tuve problemas con deportaciones hasta que me deportaron definitivamente y me quedé en Tijuana, una ciudad que no conocía”, dijo en entrevista.

Su vida cambió cuando en 2009, en su último intento por regresar a la ciudad donde se había quedado su hija, hoy una Doctora en Psicología, fue detenida y llevada a prisión, para luego ser deportada definitivamente. Esto la llevó a radicar en Tijuana.

Local La Antigüita, en Zona Centro. FOTO: Manuel Ayala / Glocal Media.

Esa situación la orilló a tener que refugiarse en el albergue Madre Asunta para Mujeres, donde conoció las necesidades y el padecer hambre, lo que le motivó a buscar emprender un negocio de comida que ahora lleva el nombre de La Antigüita, ubicado en el corazón de la ciudad.

“Desde entonces nació el amor a todo esto, porque cuando llegué sin conocer a nadie, estuve viviendo en albergues y sé el camino, sé las necesidades, sé que no hay comida y que no hay nada, de ahí nació este amor por mis hermanos migrantes”, dijo.

Esther Morales comenzó sola su negocio y cuando comenzó a tener algo de dinero regresó al albergue que la apoyó en su momento cuando no conocía a nadie y les llevó comida. Una vez al mes hacía esta actividad, hasta que se fueron sumando personas para ayudar.

Esther reparte comida en el albergue Roca de Salvación. FOTO: Manuel Ayala / Glocal Media.

Hoy en día se suman estudiantes de universidades de Estados Unidos que llegan para colaborar con la señora. Esther colabora con la organización Humanizando la Deportación que le provee de estudiantes quienes van y hacen sus prácticas con ella.

A veces recorre los albergues de manera sola, pero son 12 los albergues que tiene en su lista, y se organiza para irlos recorriendo al menos dos veces por semana, llevando su especialidad que son los tamales estilo oaxaqueño, siempre para servir platillos a más de 200 personas en cada visita.

Abergue Roca de Salvación. FOTO: Manuel Ayala / Glocal Media.

El dolor de separarse de la familia

Como mexicana deportada, la señora Esther Morales hace énfasis en el dolor que se vive cuando son separadas las familias.

Ella tuvo que dejar a su hija en Los Ángeles y de vez en cuando su hija cruza la frontera para visitarla en Tijuana.

“Se vive la soledad, la tristeza, la separación de familias, es algo muy triste y doloroso para un ser humano, separarte de tu familia, separarte de una vida hecha ya en una ciudad, en un lugar donde ya te habías hecho a esos modos. Separarte es algo súper fuerte, entonces hay que volver a empezar”.

Albergue Roca de Salvación. FOTO: Manuel Ayala / Glocal Media.

“Estoy sola y esto es lo que me motiva a salir adelante, después de que viví 20 años en Estados Unidos, y mi familia se deshizo, pertenezco a las familias separadas, pero esto me consuela, el poder hacer algo por alguien”, recalcó.

Por eso es que su proyecto de vida para la señora Morales se ha convertido en ayudar de una forma u otra a los migrantes, porque sabe lo que se padece y para ella es una forma de poder ayudarles “a que sigan adelante”

Albergue Roca de Salvación. FOTO: Manuel Ayala / Glocal Media.

“¿Cómo? Trayéndoles calzado, ropa, tortillas, un plato de comida calientita, agua; no puedo hacer más, pero es con lo que uno los motiva y se hace desde el corazón”, resaltó.

La señora Esther compartió también que está próxima a lanzar al mercado su famosa salsa que tiene en su local de comida, una vez que se venda, dijo, de todo lo que gane la mitad estará destinado para este proyecto de “Comida calientita”.

Local La Antigüita, en Zona Centro. FOTO: Manuel Ayala / Glocal Media.

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