Por Eldo

El ave sola(ri) en la cima

Desde la semana pasada la única Liguilla invernal del continente americano tiene a su primer invitado, que para el disgusto de una gran parte de la afición al futbol mexicano, es nada más y nada menos que el América.

En la columna pasada hablábamos de una Selección Mexicana que gana sin gustar, y el equipo de Coapa va más o menos por el mismo camino: con paso firme pero sin convencer a seguidores y detractores.

Cuando Santiago Solari llegó al nido sorprendió al medio futbolístico nacional debido a que el argentino poseía realmente poca experiencia al frente del banquillo de un primer equipo, sin embargo su escaso camino recorrido había sido al frente del Real Madrid, club que muchos consideran el más grande del mundo, por lo cual aunque fueran sólo 32 partidos como director técnico, estos significaban un peso importante dada la responsabilidad que carga quien dirige a los merengues. Además de que en su andar como timonel consiguió el campeonato del Mundial de Clubes ’18.

Así, a principios del ‘21 inició la era Solari en el América, con amplias expectativas especialmente de parte de la afición, cansada de ver el mismo estilo impuesto y predecible de Miguel Herrera. Pero el comienzo bajo las riendas del ‘Indiecito’ no fue para nada espectacular, con un triunfo de último minuto por marcador de 2-1 jugando en casa frente al San Luis, donde el rosarino ni siquiera pudo estar en cancha a causa de que el trámite de su visa de trabajo se retrasó.

Y la semana siguiente las cosas no fueron mejores: los de Coapa perdieron como visitantes 1-0 en Monterrey contra un equipo también en renovación, y que ahora despliega uno de los peores estilos del futbol mexicano, sino es que el peor.

Pero el currículum de Solari y su formación en las filas madrileñas eventualmente dejaron dividendos en el nido, se impuso su disciplina, y los jugadores comenzaron a ser más efectivos aunque sin llegar a entregar partidos emocionantes, algo que claramente nunca ha sido la prioridad de Santiago.

América terminó la fase regular del Clausura ’21 como segundo lugar general con un récord de 12 triunfos, dos empates, y sólo tres derrotas, para un total de 38 puntos —mismos que puede superar si consigue victorias en sus últimos tres encuentros este cierre de temporada—. Eso lo metió directo a Liguilla, donde su escuadra fue eliminada en cuartos de final a manos del Pachuca, unicamente por los goles de visitante que los Tuzos consiguieron. Curiosamente al terminar el torneo la Liga MX determinó que esto ya no será un criterio de desempate, es decir, el gol de visitante vale lo mismo que cualquier otro gol. Ni tan curioso, ¿no?

Ahora, Solari es el primer y hasta el momento único invitado seguro a la Liguilla del Apertura ’21, con lo cual el ‘Indiecito’ suma su segundo torneo con récord ganador y clasificándose de manera directa a la fase final del sui géneris y manipulable torneo mexicano. Pero vaya usted a creerlo, aun así, su estilo de juego sigue sin convencer a su afición o a los analistas.

Los shows deportivos del país, especialmente los de las cadenas de renombre internacional, han sacado todo el jugo posible de esto y hablan hasta tres o cuatro veces por semana del mismo tema, pues la realidad es que sí es de sorprenderse que un equipo tan efectivo como ha sido el de Solari, pésele a quien le pese, no convenza ni a su afición.

Su efectividad ha ido incluso más allá de la Liga, ya que el argentino se juega el próximo jueves lo que podría ser su primer título internacional con el equipo de Coapa, cuando enfrente a los Rayados del ‘Ratón’ Aguirre por la final de la Concacaf Champions League ’21.

Es por ello que ya hay incluso quienes hablan del ‘Solarismo’. Pero ¿cómo asegurar que es esto una corriente cuando ni la propia afición comulga con el estilo del argentino? Vaya si es difícil de cautivar la afición americanista, pues se necesita más que sólo triunfos para darles gusto.

Cargados de ilusión

La Real Academia Española (RAE) define la palabra ilusión como “la imagen o representación sin verdadera realidad sugerida por la imaginación o causada por engaño de los sentidos; y como la esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo”, y justo así es como los Chargers aún mantienen a su afición: ilusionada, a pesar de haber sido arrasados por los Cuervos de Baltimore el domingo pasado.

Porque la realidad es que en comparación con lo entregado las últimas dos temporadas por Anthony Lynn, esta nueva versión del equipo —que como ya comentamos en columnas anteriores, tiene todo un nuevo staff— ha llevado a que muchos seguidores de los Cargadores (yo) se emocionen de nuevo y hasta empiecen a ver a su equipo como un contendiente a pelear por la primera siembra en la AFC.

Incluso desde el final de la temporada pasada nos quedamos con una sensación agradable al ver cómo el rendimiento de Justin Herbert —especialmente en Las Vegas— se capitalizó en un cierre con cuatro victorias al hilo después de haber tocado fondo al perder 0-45 en casa contra Nueva Inglaterra, para establecer el récord del peor marcador en contra de la franquicia.

Aun cuando el príncipe Heberto el Justo consiguió el premio a Novato Ofensivo del Año, estableciendo récords como el jugador más joven con 30 pases de anotación en una sola temporada en la NFL, permanecía la duda de si el joven de Oregon podría mantener el nivel en su segunda temporada, o sólo era un garbanzo de a libra.

Sin embargo los comentarios de que Chargers encontró en Herbert a su quarter back franquicia son todo un hecho e inició la temporada ’21 con el mismo ritmo que concluyó la anterior, ahora guiado por un head coach que ha sorprendido en su año debut como uno de los más agresivos y ofensivos de la Liga.

Para muestra la vasta cantidad de veces que se la ha jugado en cuarta oportunidad —y le ha resultado—, así como el engaño intentado ante Raiders en el cual en vez de despejar Ty Long tiró un pase de 25 yardas a Tevaughn Campbell, y aunque éste no terminó bien gracias a la buena lectura de Hunter Renfrow, esto es algo que no se había visto en años en los Cargadores.

Pero la ilusión que nos caracteriza a muchos de nosotros no se basa únicamente en jugadas como las mencionadas en el párrafo anterior, sino en la serenidad y el temple que todo el equipo ha mostrado para ganarle a Washington en su casa, una de las mejores defensas de la Liga; hacerle partido y descifrar el juego de Andy Reid en Arrowhead —donde se lograron cuatro turnovers—; y venir de atrás para vencer a Cleveland, una de las mejores ofensivas por tierra en esta temporada, en un encuentro que en algún momento perdían por marcador de dos posesiones.

Es por ello que justamente esa aplastante derrota en Baltimore llegó en el mejor momento: justo una semana antes del bye week, lo cual le da al equipo dos semanas para ver a detalle sus defectos, especialmente la defensa por tierra, que sin duda ha sido la vía por la cual se han entregado más yardas.

Y esta pausa tiene más peso considerando las características de Brandon Staley, un hombre sumamente estudioso tanto de la táctica como de la estadística, que no dejó pasar ni una semana para arreglar los problemas del equipo y este jueves la institución anunció la contratación del receptor y especialista en regreso de patadas Andre Roberts, para mejorar el rendimiento de los equipos especiales.

Aún hay otros problemas que todo el equipo debe atender, como buscar un pateador nuevo pues Tristan Vizcaino no está ni cerca de ser mejor que Michael Badgley; sin embargo los asuntos más importantes corresponden a analizar las deficiencias y las bajas de juego del personal con el que ya se cuenta, específicamente en la línea defensiva y las asignaciones de los linebackers, así como encontrar a la mejor dupla que sustituya el hueco que Oday Aboushi dejó en el lado derecho de la línea ofensiva, que ahora se cae al primer choque.

Se espera también que tras este descanso de dos semanas Drue Tranquill, Kenneth Murray, y Justin Jones se recuperen de sus lesiones, lo cual significaría una mejora importante en el accionar defensivo de los Cargadores, considerando que los tres son parte del cuadro titular de Brandon Staley.

Ilusionarse es gratis, el golpe viene después.

Déjà vu

Aferrados a buscar su segundo título de Serie Mundial al hilo, los Dodgers ganaron por paliza el jueves por la noche su último juego en casa, que de perderlo habría significado despedirse de la temporada ’21.

Hace un año, para estas fechas el equipo dirigido por Dave Roberts ya había disputado sus primeros dos juegos de la Serie Mundial ’20, después de haberle ganado la Serie de Campeonato de la Liga Nacional precisamente a los Bravos de Atlanta.

En aquella serie los Bravos se pusieron al frente rápidamente en los primeros dos juegos con marcadores de 1-5 y 7-8. Al volver a casa los angelinos se llevaron el tercero de la serie, al día siguiente Atlanta retomó la ventaja, y para el juego 5 fueron otra vez los ‘Esquivadores’ los que consiguieron la victoria, para poner la serie 3-2 a favor de los Braves.

De esa serie a la que vivimos en estos días sólo hay dos diferencias: Los Ángeles empezó como visitante y los marcadores de cada juego, pues hasta el momento la secuencia de resultados ha sido la misma. Con la victoria angelina del jueves Dodgers está otra vez abajo 3-2 en la serie, y si quiere regresar a la Serie Mundial deberá hacer lo mismo que en el ’20 pero ahora de visitante.

El sábado por la tarde veremos si los fantasmas de la temporada pasada se apoderan de los Bravos y se vuelven a quedar en el camino aun cuando llevan la ventaja, con unos Dodgers inspirados precisamente en lo conseguido hace un año. O si Brian Snitker logra finalmente sobreponerse a su pasado, pues las dos veces anteriores que enfrentó al equipo de Los Ángeles en postemporada se fue con las manos vacías.

Mientras tanto, al momento de escribir estas líneas Astros y Red Sox inician el juego 6 de la Serie de Campeonato de la Liga Americana, en el cual Houston podría mandar de regreso a casa a los dirigidos por Alex Cora, para instalarse en su tercera Serie Mundial en cuatro años.

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