Julia Quispe Tincuta, una indígena aimara boliviana de 35 años, recuerda la primera vez que alcanzó el pico de la montaña Huayna Potosí, donde ella y otras mujeres locales trabajaban cocinando o cargando equipos para que otros escaladores llegaran al campamento base.

“Cuando he llegado (por primera vez) a la cumbre he sentido que estaba en el aire, casi como en el cielo”, dijo sobre su experiencia de escalar la montaña de 6.088 metros con una pollera ondulada roja de capas y un colorido chal.

Alicia Quispe Tincuta, de 40 años, integrante de las cholitas escaladoras, cuyo objetivo es alcanzar la cima del Everest en la temporada 2025, mira sobre su hombro mientras escala la montaña Huayna Potosí cerca de El Alto, Bolivia. Feb 28, 2024. REUTERS/Claudia Morales

“En media montaña veía las luces de la ciudad de La Paz como estrellas, luces. Yo he pensado ahí que no voy a dejar de escalar la montaña”, agregó.

Tincuta y otras cholitas escaladoras del país andino han causado revuelo por romper el molde, escalando valientemente con sus icónicas faldas de capas, aunque sin los característicos sombreros que cambiaron por cascos de escalada y zapatos con grampones.

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El grupo de cholitas escaladoras dicen que han conquistado el Aconcagua, en Argentina, el pico más alto de América de 6.961 metros, así como el gigante volcán chileno Acotango y el nevado Ojos del Salado, en la frontera chileno-argentina.

Ahora están entrenando -y buscando ayuda financiera- para escalar un pico aún más alto: el Everest.

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“Quiero ser la primera mujer de polleras, ser las primeras mujeres de pollera en llegar a la cima del Everest, porque quiero flamear nuestra pollera y la bandera de Bolivia”, dijo Elena Quispe Tincuta, la hermana de Julia y compañera de escalada, junto a la helada ladera donde entrenaba.

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El grupo carga el equipo en sus espaldas en ajustadas mantas de lana de colores brillantes con diseños andinos. Aseguran que su larga experiencia viviendo a altas altitudes y cargando mucho peso las ayudará, si logran llegar al Himalaya.

En casa, las mujeres tejen sus propias mantas de alpaca y sus polleras, algunas para lucir elegantes y otras para escalar.

“Esta manta, por ejemplo, es de alpaca. Es calentita. Pero con esto no voy a la montaña”, dijo Elena.

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“Me pongo otra manta para ir a la montaña, que sea más abrigada. Ésta, por ejemplo, es para ir de fiesta, un acontecimiento, con el sombrero y bien enjoyada”, añadió.

Una tercera hermana, Alicia, de 40 años, dijo que el grupo había estado trabajando duro, escalando todas las montañas de Bolivia y otras de la región.

“He subido muchas veces a varias montañas. Tal como estoy, con las polleras”, afirmó.

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Elena -quien dijo que ahora disfruta más escalar que tejer, su otra pasión- contó que el grupo sentía una suerte de afinidad con los sherpas locales del Himalaya, quienes durante años han guiado a escaladores extranjeros hacia la cima del Everest.

“Quisiera encontrarme con los sherpas y contarnos nuestras historias, las anécdotas que tenemos en la montaña”, dijo Elena. “Quisiera esta ahí, conocer a sus animales, los yaks. Me gustaría. Los sherpas son casi igual que nosotros”, concluyó.

De Reuters.

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