WASHINGTON, 18 nov (Reuters) -Emily Murphy, responsable de la Administración de Servicios Generales (GSA por sus siglas en inglés), debe “determinar” el ganador de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre. Esa es la condición para liberar fondos y recursos al ganador, pero hasta ahora no lo ha hecho.

A pesar del claro margen de victoria de Biden, Trump se ha negado a ceder, aunque sus desafíos legales están fracasando.

Murphy tiene la autoridad exclusiva para liberar salarios, espacio de oficina, direcciones de correo electrónico oficiales y sesiones informativas de inteligencia a una administración entrante, que formalmente entra en vigor el 20 de enero.

Mientras, la tercera ola del virus ha llegado a EEUU, donde la pandemia ha acabado ya con la vida de 250.000 personas.

El gobernador de Nueva Jersey, Phil Murphy, dijo el miércoles que habla a diario con los expertos en coronavirus de la Casa Blanca y que, para el mismo tema, tiene un canal de comunicación separado con el consejo asesor de Biden.

“Esos dos bandos no se hablan. Y eso es un gran problema”, dijo Murphy -demócrata- a la CNN. “Es un gran problema que podría poner en riesgo tanto la distribución de la vacuna como, más ampliamente, la vida de las personas”.

Murphy de la GSA, por su parte, está siendo presionada por demócratas, un número creciente de republicanos, los comisarios de las elecciones y la Asociación Médica Estadounidense para reconocer a Biden como ganador.

“(Murphy) Anunciará el resultado cuando el ganador esté claro, como se establece en la Constitución”, dijo una portavoz de la GSA.

A última hora del miércoles, los líderes de la Asociación Nacional de Fabricantes, incluido el director general de Dow Chemical, Jim Fitterling, pidieron a Murphy que firmara los documentos necesarios “para asegurar que los fabricantes puedan continuar trabajando sin problemas con el gobierno federal” en desafíos como la distribución de vacunas.

“No hay tiempo que perder ni margen de error”, escribieron en una carta conjunta. “Sabemos lo que está en juego: Las vidas y los medios de vida de los estadounidenses”.

Trump afirma, sin aportar pruebas, que las elecciones se vieron empañadas por un fraude generalizado y ha puesto en marcha toda una batería de demandas que los jueces han desestimado en su mayoría.

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