La caída del sistema

Los sistemas informáticos y de comunicación más importantes del mundo sufrieron este lunes su caída más significativa en años.

Esta columna se publica justo cuando Facebook, Instagram y WhatsApp cumplen 10 horas sin funcionar completamente.

La alarma se extendió desde los celulares hasta los Oxxos, por ejemplo, en donde no hubo transferencias electrónicas ni certificación de tarjetas de regalo, porque no había sistema.

A los ojos de cualquiera esto no tendría una relación palpable, pero la cajera repartía disculpas: tiene algo qué ver con lo del Facebook.

Verdad o no, estamos tan ampliamente ligados a la vida electrónica, que los gobernantes y youtubers presumen de la cercanía social, cuando hoy quedó demostrado que no la tienen.

Este lunes desaparecieron de un pispás el millón 700 mil seguidores de Jaime Bonilla, por ejemplo. Hoy desapareció toda la comunicación gubernamental para la población, porque se basan en lo que hacen en las redes sociales y no en la realidad.

Sus números de teléfono, los carteles de búsqueda, los videos promocionales, las imágenes construidas a modo por el equipo de diseño gráfico… todo quedó en el limbo inalcanzable de este lunes.

El gobierno basa todo en un sistema de redes sociales tan vulnerable como una pantalla de necesidad.

Benditas redes sociales, dice Andrés Manuel.

Maldita cercanía simulada, dice La Pandilla.

El ejemplo más claro, esto:

Las oficinas de Comunicación Social no supieron hacer llegar la información a los reporteros porque su visión de informar se basa en grupos de WhatsApp.

Tanto el Gobierno del Estado, como la Fiscalía de Baja California y el recién llegado 24 Ayuntamiento de Tijuana, tienen grupos unilaterales de comunicación vía WhatsApp. Lugares donde sólo ellos, desde el gobierno, envían mensajes con comunicados, logros y fotos para promocionarse.

Los reporteros no podemos opinar, preguntar o solicitar mayor información si un tema nos interesa.

La intercomunicación para los periodistas está bloqueada porque ahí sólo pueden escribir los administradores del grupo, los que dirigen la comunicación del Estado y del Municipio.

La vida electrónica los ha llevado a creer que tienen el mando, y en días como hoy, donde no funcionan las plataformas de censura, tampoco saben distribuir su comunicación.

Un ejercicio lamentable quedó al descubierto este día.

Sin lugar para los débiles

Tomar decisiones importantes para un chingo de gente, tiene su paralelo en Jaime Bonilla.

El gobernador de Baja California entrega computadoras, tablets y despensas, y lo hace porque el amor de quien lo pide, se muestra.

En su idea social quien aplaude, merece. Pero en su política, quien se mueve se atiene al Juego del Calamar.

La muñecona que es Jaime Bonilla dispara sus dardos de plomo contra quien haga un movimiento prohibido.

En la vida del PRI, el que se mueve no sale en la foto. En la cabeza de Jaime Bonilla, el que se mueve, merece discordia.

Sus policías se esmeran en la enseñanza para los que llegarán al mando en estos días.

Les dicen cómo actuar, a quién pedir, y cada cuánto fallar. El gobernador y su gente instauran un modelo de trabajo tan eficiente como delictivo.

Cuando hay miedo, dijo Jaime Bonilla hace 13 días en sus mañaneras, ni coraje da.

La idea de un hombre persiste en el ámbito general.

Y por eso llega:

Inseguridad funcional:

¿Qué más podemos escribir?

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