Control Z, la serie que ha sido tildada de whitexican, ha llegado a su fin. ¿Este misterio de niños bien estuvo a la altura, o sucumbió a las críticas de sus detractores y solo fue una serie banal más?
Finalmente Sofía y sus amigos se enfrentarán al último hacker, luego de provocar la muerte de su directora.
Esta producción protagonizada por Ana Valeria Becerril tuvo tanto éxito que estuvo en el Top 10 de Netflix en más de 50 países. De más está decir que esta reseña contiene spoilers, así que están avisados.
La producción, al ser de Netflix, cumple con tener buena factura. A nivel audiovisual se ejecutan bastante bien los diversos montajes paralelos que hay en varios episodios. Además la dirección de actores resulta bastante convincente, ya que los personajes se expresan como lo haría la Generación Z.
Hay que hacer mención honorífica para Macarena García, quien interpreta a Natalia Alexander, la irredimible niña fresa que aporta el toque de comedia necesario para hacerle un contrapeso necesario al suspenso.
Si bien esta serie ha sido señalada de whitexican por centrarse en un grupo de adolescentes de clase media-alta, cabe recalcar que este subgénero del thriller suele girar en torno a un grupo de personas privilegiadas que tienen que mantener cierta fachada social para mantener su estatus.
La serie incluye detalles como el juego de ‘Castiga al whitexican’ y el foro ‘No impunity’. Estos detalles crean una clara autosátira, pues referencian a los memes o a la comunidad de Facebook Grupo donde fingimos ser Whitexicans en los que han burlado de esta serie.
Historias como la de Control Z nos permiten asomar a este mundo exclusivo, pero que no se salva de tener sus rincones oscuros, sus actos atroces y sobre todo esa característica de deber mantener cierta apariencia a toda costa. Otras producciones mexicanas que también indagan en lo difícil de ser rico son Los muertos (2016) y Las niñas bien (2018).
Desde Perras (2011) pocas películas nacionales se han atrevido a explorar los problemas juveniles de manera frontal. El aborto, las familias disfuncionales, el bullying, los problemas mentales, el abuso de los adultos y un crimen que se debe resolver son temas donde Control Z y Perras conectan.
Ver las escenas donde el maestro de teatro manipula a Claudia (interpretada por Ana Sofía Gatica) con que le dará un papel protagónico en su obra de teatro para acostarse con ella, traen el escalofrío del déjà vu.
Esta sensación se expande bajo la luz de las recientes denuncias de acoso sexual en la industria del entretenimiento en el país. Cabe recordar que la ex Timbiriche Sasha Sokol señaló al productor Luis de Llano por mantener una relación con ella cuando era una menor. O más reciente, la actriz Danna Ponce, quien levantó una denuncia contra Coco Levy, hijo de Talina Fernández.
Esta serie explora las violencias entre los jóvenes, pero un punto destacable es la manera en que retrata a los adultos, quienes se muestran más ineptos para resolver el crimen, y cometen actos más terribles que sus hijos.
El papá de Raúl (interpretado por Yankel Stevan) es encerrado por ser un político corrupto; el papá de Sofía finge su propia muerte y tiene una segunda familia en secreto; el papá de Javier (interpretado por Michael Ronda) encubre el homicidio de la directora Susana para proteger a su hijo, quien continuará su legado como estrella del fútbol.
La necedad del dicho “la familia es la familia” es un lastre que cargamos como sociedad mexicana, puesto que hay casos en que, no importa que el hijo cometió un crimen, debe ser protegido. Tan solo el año pasado, los padres de Marlon “N”, capturado por feminicidio, fueron detenidos por encubrir a su hijo. ¡Qué bonita es la familia!
La dinámica de un grupo de adolescentes siendo acosados por un sujeto que revela sus secretos desde el anonimato ya ha sido explorada sobre todo en Gringolandia.
Control Z toma bastante de series como Gossip Girl (2007), pero especialmente de Pretty Little Liars (2010), donde alguien llamado ‘A’ revela los secretos que solo las cuatro protagonistas le habían revelado a Alison, la Queen B de la escuela, quien desapareció y después fue hallada muerta.
Otra obra de la que se sirve Control Z es I Know What You Did Last Summer (1997). Ambas historias comparten un homicidio involuntario que persigue a los protagonistas durante toda la trama hasta que terminan por enfrentarlo.
Si bien ya en Pretty Little Liars ya se utilizaba la tecnología, específicamente los mensajes de texto y las redes sociales, Control Z actualiza este género al implementar drones, lives y escape rooms.
Es de agradecer que esta serie tenga una conclusión digna, y que el arco que marca desde la primera temporada se cierre de forma redonda. Cosa que carecen otros bodrios de la misma casa productora como Élite y el innecesario revival de Rebelde. Productos como estos no cuentan con un guion inteligente, son alargados hasta el hartazgo, y los intentos de inclusión son evidentemente forzados o únicamente utilizados para explotar el morbo.
Esto no pasa en Control Z, ya que no le tiene miedo a mostrar la homofobia, tanto la de otros como la interiorizada. Esto se muestra en el personaje de Gerry (interpretado por Patricio Gallardo), quien pasa de convertirse en un bully homófobo, a reconocer que ha reprimido su propia identidad y aún continúa en la lucha para aceptarse a sí mismo y sus violencias.
Cerca del final se revela que quien está detrás de los hackeos y los ataques ya no es solo una persona como en las primeras temporadas. Ahora es una colmena de adolescentes manipulables, comandados por el resentimiento de Bruno (interpretado por Mauro Sánchez Navarro), el ayudante del primer hacker, quien se venga tras haber permanecido en la cárcel.
Una perla que aplaudo de Control Z es esta ambigüedad moral en la que constantemente se mueven los personajes: Bruno alimenta su sed de venganza y la mezcla con resentimiento contra estos juniors, mientras que su horda de seguidores, por vivir en la precariedad, se sienten con el derecho de torturar al grupito de los protagonistas.
Dicho giro de tuerca se alinea con otras producciones más recientes como Scream (2022), donde los asesinos estaban motivados por la legión de fanáticos que también habitaban un foro online.
Un punto flaco de esta resolución es que, pese a enfrentarse con una muchedumbre, los protagonistas apenas y salen con unos rasguños. Pese a que en esta temporada sí hubo un poco más de sangre, a Control Z le falta la violencia necesaria para encarar a nuestros héroes contra un peligro real.
Esta nueva forma de representar a los villanos no es gratuita, pues en tiempos políticamente correctos, la cancelación es la forma actualizada y digital de linchar y acabar con la vida de otra persona.
Ya lo dijo Chéjov: “El amor, la amistad y el respeto no unen tanto a la gente como un odio común hacia alguna cosa”.
Finalmente Control Z se mantiene fiel a su título: el deseo de rebobinar nuestras malas decisiones, y la necesidad de aceptarlos. No podemos huir de nuestro pasado, al final del día también somos nuestros errores, como sentencia Sofía en el discurso de graduación. “Lo que se interpone en el camino se convierte en el camino”.