Dice la tradición mexica que la flor de cempasúchil, símbolo de vida y muerte, es la guía de las almas al altar, en la tradicional Noche de Muertos.

Con su aroma y brillantez de sol, ilumina el paso de aquellos a quienes les montamos un altar para reencontrarlos de una forma muy significativa, nuevamente en un plano terrenal.

La cempasúchil, a diferencia de otras flores endémicas mexicanas, solamente se da en determinada temporada en la que, convincentemente, nos visitan nuestros muertos. Esas personas que físicamente ya no están, pero seguimos conservando en alma, corazón y pensamiento.

Diversas comunidades indígenas del país, que tienen muy arraigada esta tradición, conocen la flor de maneras propias y diversas, por ejemplo, los purépechas (en Michoacán) le llaman apátsicua y según su tradición, cuando una persona muere regresa en forma de mariposa monarca.

En lengua huasteca se le llama caxiyhuitz; en otomí, jondri; o cempoalxóchitl en náhuatl. Sin embargo, el nombre que se adaptó al español fue el nahua, que significa “flor de veinte pétalos”. Pese a la diversidad de nombres y significados, para todos representa el camino y la cercanía con personas que ya no habitan un cuerpo y sólo viven en alma.

Dado el arraigo de esta tradición, que cada día cobra mayor relevancia en la zona fronteriza, en Tijuana, la familia de Óscar Cardozo se ha dedicado a cultivar y cosechar la flor de cempasúchil desde hace más de ocho años, en la zona conocida como Cuero de Venados.

Óscar cuenta que lo interesante de su cultivo, dadas las condiciones ambientales entre desértico y playa, es que deben calcular de forma muy precisa el tiempo necesario -alrededor de cuatro meses- para que la planta florezca precisamente en estos días, previos a la celebración en la que se suelen montar altares tradicionales.

El cultivo de la flor de cempasúchil en esta región genera tanta atracción para la ciudadanía, precisamente por la nula producción y cosecha que se da en esta región, es por ello que, año tras año, cientos de personas se dan cita a este campo de cultivo que resulta tan peculiar en una zona como Tijuana.

Pese a la situación que se vive por el Covid-19, algunas personas han estado visitando de forma frecuente este lugar que desde la lejanía del Bulevar 2000 se percibe, por el terreno que se pinta del naranja y amarillo radiante de la flor.

Entre los plantíos, niños y adultos asombrados se toman la foto, conviven, hablan de muertos y compran flores, con las que habrán de guiar el camino de sus seres queridos a los altares caseros.

Al lugar van a realizar sesiones de fotos en familia, para sus momentos especiales o simplemente para guardar un recuerdo en medio de las flores, hallando un panorama distinto al que en esta región se está acostumbrado. La flor hace solita su magia entre todos, y todos aprovechan de su presencia para estar con ellas.

La señora Norma González comparte que pese a ser una flor con la que se honra a los muertos, el cempasúchil genera alegría por todo lo que irradia al estar entre los cultivos. Su color, su aroma, toda su bondad; es maravillosa, dice mientras observa el campo abierto.

Entre los visitantes de ese día, sobresale una mujer vestida de Catrina que atrae las miradas de todos, mientras Óscar sigue compartiendo que debido a la pandemia, tuvieron que reducir la plantación de esta flor porque sabían que no habría tantas ventas como en años anteriores.

Esta temporada plantaron alrededor de 50 mil racimos de flores, pero en temporadas normales suelen cosechar el doble, dado que llegan personas de la misma Tijuana, pero también de Tecate y Rosarito, además de intermediarios que las llevan hasta Washington y Los Ángeles.

La situación es difícil en 2020, pero aún así hay quienes salen de sus casas para visitar los sembradíos que, en medio de áridos cerros, a la distancia dejan ver espacios llenos de color y magia que no pasan desapercibidos cada que se llega el Día de Muertos.

FOTOGALERÍA: Lisbeth Chavez.

 

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