En un blog leí que si algo tiene la noción de leer, es que es una experiencia solitaria, y que, “lo hacemos en silencio, solos, ajenos al mundo que nos rodea y siendo simple observadores de aquel en el que nos sumergimos”.

Si bien, comparto esa idea, un tanto romantizada, también creo que uno por sus diversas actividades, aprende a leer incluso en el transporte público y aún así logramos sumergirnos en lo que los libros nos comparten.

El caso es que cada quien acopla sus modos de lectura de acuerdo a sus circunstancias y sus momentos de vida y el objetivo es el mismo, disfrutar de ese placer de la lectura.

Cuando era joven preparatoriano, solía leer por las noches, con audífonos puestos y música dark ambient o etereal de fondo con bandas como Stoa, Love Is Colder Than Death, Dead Can Dance, Cocteau Twins, Ataraxia, Black Tape For A Blue Girl, entre otras.

Me gustaba ponerle soundtrack a los pasajes que cada uno de los libros me iba devorando noche tras noche. Fueron varias las ocasiones y los libros, sobre todo géneros de suspenso y terror, los que me llegué a leer de esa manera. Pero lo interesante es que varios de sus pasajes guardados en mi memoria quedaron ligados fuertemente con las rolas que solía escuchar.

Por ejemplo, el Drácula de Bram Stoker, me lo leí escuchando de fondo el disco The Scavenger Bride de Black Tape For A Blue Girl; Carmila de Sheridan Le Fanu, con el disco Silmand de Stoa; Narraciones Extraordinarias de Edgar Allan Poe, con el disco Wake de Dead Can Dance, y así muchos otros como Macbeth de William Shakespeare y La muerta enamorada de Sheridan Le Fanu.

En ese momento no me imaginaba ni pasaba por mi cabeza lo que la correlación entre música y lectura generarían una vez que volviera a escuchar las canciones o releer los libros que hice de esa manera.  Ahora mismo, cuando escucho esos discos, se me pone la piel chinita, pues me llegan a la mente los pasajes de suspenso que me imaginaba y recreaba de cada una de esas historias.

Con cada una de las canciones me vienen a la mente esos pasajes que en algún momento guardé gracias a la lectura y me es inevitable no volver a sumergirme en cada una de las historias. De igual manera me pasa cuando releo algunos de los pasajes de esos libros, la música me viene en seguida y juntos recrean esas historias de forma trepidante en mi cabeza.

No sé exactamente cuándo dejé de leer libros de esa manera, de noche y con audífonos puestos escuchando música. Quizá fue en mi etapa de universitario, cuando tenía que leer libros más por obligación que por gusto, solo para cumplir con tareas solicitadas. O quizá fue cuando la vorágine de pretender leer todo lo que otros ya habían leído me corrompió sobremanera.

Hay días en los que he intentado encontrarles un soundtrack a nuevos libros que he estado leyendo, sin embargo, no les he encontrado esa correlación. Quizá se deba a que, ahora, suelo leer de a dos o tres libros de forma simultánea. Aunque la música generalmente está presente dentro de los libros.

Lo que se me hace curioso, en ese sentido, es que me he percatado igual que muchos de ustedes, lectores, que hay ahora quienes de los libros sacan su propio soundtrack e incluso promocionan la lectura mediante una playlist de las rolas que en los libros se mencionan, lo cual hace también que la lectura se disfrute de otra manera.

Sea cual fuere, pues, la forma o el proceso, el caso es que la magia que le encuentro a ello es lo que finalmente los libros nos provocan. Sea una lectura en solitario, en compañía o en el transporte público, sumergirnos en los libros siempre va a ser una forma interesante para desprendernos del mundo exterior o, en su caso, para sumergirnos aún más es sus problemáticas constantes.

 

Bonus: ¿Y tú, sueles leer los libros acompañado de música o lo haces en silencio?

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