La biodiversidad en el Estado requiere que los bajacalifornianos adopten nuevos hábitos sobre el consumo de agua, haciendo una reducción en su uso.
Esto es necesario ante la escasez de agua en la región y para las millones de personas que dependen de la cuenca del Río Colorado, señaló Carmelo Zavala Álvarez, director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental (CIGA).
“En Tijuana, ¿qué tantos sabemos de dónde viene el agua que usamos? Hace muchos años que viene de Mexicali, pero hay una sequía prolongada de más de 20 años en la región de California y Baja California. El agua de la cuenca del Río Colorado está muy administrada y medida, más de 40 millones de habitantes dependen de ese río”, alertó.
Consideró que la situación amerita que no solo las autoridades tomen acciones como calibrar los aspersores que riegan los camellones o evitar fugas en el acueducto, sino también para que las familias tengan menos contenedores con agua.
“Deberíamos estar en una alerta; hablamos de biodiversidad, de los recursos naturales que tenemos a la mano; ese entorno físico y el clima en que se desarrollan la flora y fauna típicas de la región es lo que nos da esta riqueza natural, pero como dicen los economistas: hay que vivir de la renta del capital natural, para que no se acabe”, dijo.
Zavala Álvarez José Carmelo refirió que en este tema no solo trata sobre el uso del agua, también es importante conocer la biodiversidad de cada región y con ello lo que produce a nivel a local, lo que permite comprar los productos de temporada, a mejor precio y apoyar a los productores locales adquiriendo productos que tienen una menor huella ambiental.
“La huella de los productos que tenemos puede ser una huella hídrica, por el agua que se consume para producirlos, pero también una huella ambiental por el transporte si viene muy lejos. Es una paradoja grosera, que compremos una botella de agua de Noruega, es algo absurdo”, destacó.
“Hay que consumir productos regionales y de temporada, no querer uvas cuando no es temporada y resulta más caro, pero la gente no sabe de qué es temporada, no sabe siquiera qué se produce localmente, su más elemental relación con la naturaleza y la biodiversidad, no sabe de dónde vienen las papas que come o la leche que toma”, añadió.
Promover esta cultura y este cambio de hábitos de consumo corresponde a todos, subrayó, no obstante considera que la divulgación puede iniciar en la Secretaría de Educación, en los medios de comunicación, grupos comunitarios, en el impulso a los huertos urbanos, conocimiento que implica una reconexión con la naturaleza y la biodiversidad.