El día que asesinaron al fotoperiodista tijuanense Margarito Martínez Esquivel, todo en el gremio periodístico de Tijuana cambió por completo.

Foto: Lisbeth Chávez / Glocal Media.

La forma de trabajar, la manera de hacer cobertura policiaca y las relaciones laborales se modificaron. La incertidumbre, la desconfianza y el miedo fueron los imperativos del día a día.

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El día que asesinaron a Margarito al gremio periodístico de Tijuana le dejaron heridas que a un año de los hechos siguen todavía en un proceso de asimilación y sanación.

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El día que asesinaron a Margarito fue un lunes 17 de enero del 2021. La semana apenas comenzaba, los ánimos de todos eran como de cualquiera que iniciaba su jornada laboral, cada quien en su cobertura, con su planeación. Hasta que de pronto un mensaje de WhatsApp o una llamada: “Acaban de asesinar a Margarito afuera de su casa”.

Acostumbrados a recibir diariamente los reportes policiacos que Margarito compartía con varios medios y colegas, no se podía creer en esos momentos que Margarito no fuera el remitente del mensaje, sino el protagonista de una historia muy fatídica.

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El día que asesinaron a Margarito todos los del gremio quisimos que ese mensaje o esa llamada fueran “un borregazo” (una falsa alarma) y que pa’ pronto Margarito nos dijera: “Estoy bien, parejón, acá andamos. Pendientazos”. Pero no fue así, la realidad fue mucho más certera que nuestros pensamientos.

La realidad nos decía que el cuerpo que estaba tirado a un costado del carro y afuera de la casa de Margarito era el del propio Margarito. Con toda la adrenalina y el dolor que puede sentir un compañero y amigo, el gremio se tuvo que resignar en medio de una recia sensación también de coraje y enojo, porque las cosas no tenían que haber terminado así.

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El día que asesinaron a Margarito los malandros que ejecutaron el hecho cobraron su miserable pago y se fueron a beber, mientras las autoridades emitían escuetas condolencias y los colegas dejaban correr tinta y lagrimas en las redacciones al procesar, rememorar y contar lo sucedido.

Después del asesinato de Margarito un ambiente de incertidumbre y miedo dominaron el día a día del gremio periodístico. Salir de casa era motivo de preocupación y andar solos en cobertura era casi prohibido con el afán de garantizar la integridad.

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Cuando asesinan a un periodista cercano entra el temor de pensar que uno de nosotros pueda ser el siguiente y eso no deja dormir, no deja la mente en paz y te hace pensar que puedes ser uno más de la estadística.

El día que asesinaron a Margarito el gremio de Tijuana comenzó a aprender a reaccionar ante estas situaciones, porque a nadie en este oficio le enseñan a reaccionar cuando asesinan a un colega, porque aunque se conoce y acepta el riesgo, nadie te dice qué hacer en caso de.

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Por eso después de su asesinato se hicieron marchas y vigilias, no solo para protestar y exigir con férrea intención la justicia por su caso, no solo para mostrar el descontento y la indignación, sino para generar también un acompañamiento empatico y de sanación, porque era ello también necesario.

El día que asesinaron a Margarito todo cambio en el gremio periodístico de Tijuana. Pero a un año de su partida, lo que sigue imperando en cada una de las trincheras es la exigencia de la total justicia y que aquellos que perpetraron su asesinato paguen por su delito.

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