MONTERREY, México, 12 nov (Reuters) – En estos días, el refugio para migrantes de Martín Salgado en la ciudad mexicana San Luis Río Colorado, a metros de la frontera con Estados Unidos, se parece más a un hotel por horas. Sus huéspedes, muchos de ellos de Centroamérica, a menudo ni siquiera se molestan en pasar la noche en el establecimiento.

Salgado dijo que nunca había visto a la gente circular tantas veces como lo ha hecho en los últimos meses, después de que Estados Unidos comenzó a expulsar a casi todos los migrantes atrapados en la frontera mexicana en lugar de devolverlos a sus naciones de origen.

Ahora, los traficantes de personas a menudo intentan que los migrantes crucen de nuevo la frontera el mismo día que son deportados, reveló.

Anteriormente, los centroamericanos detenidos en la frontera eran procesados ​por el sistema migratorio de Estados Unidos y, a menudo, eran retenidos durante semanas, incluso meses, antes de ser deportados de regreso a sus países.

“Eso nunca pasaba antes”, dijo Salgado, quien dirige el refugio fundado por su madre en la década de 1990 cerca de los límites occidentales de Arizona. Algunos centroamericanos que llegan al albergue luego de ser deportados “comen, se bañan y de repente se desaparecen”.

La administración de Donald Trump anunció en marzo que comenzaría a expulsar rápidamente a casi todos los migrantes atrapados en la frontera bajo una ley federal de salud pública conocida como Título 42, justificando la medida para evitar que el coronavirus se propagara a Estados Unidos.

Pero la orden parece tener efectos no deseados, pues ha llevado a un aumento de los intentos reiterados de cruzar la frontera, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza estadounidense (CBP, por sus siglas en inglés).

Además, está beneficiando a las redes ilegales que trasladan a ciudadanos de Centroamérica a Estados Unidos, según entrevistas con más de una docena de expertos en migración, directores de refugios, defensores de inmigrantes y traficantes de personas.

Eso es porque las autoridades del país de destino están depositando a los migrantes en la frontera, en lugar de devolverlos a casa, lo que permite a los traficantes eliminar algunos de los costos de los insistentes cruces fronterizos, dijeron tres traficantes que trabajan con redes transnacionales.

El precio que cobran a sus clientes, que puede ser de 7,000 dólares o doblar esa cifra, a menudo incluye dos o tres intentos de cruzar la frontera para compensar el riesgo de ser interceptados por agentes mexicanos o estadounidenses, según los tres contrabandistas, así como expertos en migración.

No todos los migrantes viajan con traficantes, pero incluso aquellos que afrontan el peligroso trayecto solos o en pequeños grupos a menudo recurren a los coyotes en la frontera para el tramo final de la travesía.

Dado que ahora también están siendo devueltos en la frontera mexicana cuando los capturan, a menudo pagan por una segunda o tercer tentativa, otra bendición para las redes de traficantes, dijeron expertos en migración y un guía vinculado a una red de contrabando en la región de Sonora.

Los funcionarios fronterizos estadounidenses dicen que el programa, que ha dado lugar a que los migrantes sean devueltos en un promedio de menos de dos horas, es crucial para proteger del COVID-19 a los agentes, trabajadores de la salud y a los ciudadanos en general.

“Se necesitaría solo una pequeña cantidad de personas con COVID-19 para infectar a una gran cantidad de detenidos y al personal de CBP y potencialmente rebasar los sistemas de salud locales a lo largo de la frontera”, advirtió el CBP.

Joe Biden ganó las elecciones presidenciales de Estados Unidos de principios de noviembre aunque Trump no ha reconocido su derrota y ha iniciado una serie de demandas para impulsar reclamos de un supuesto fraude electoral.

Biden no ha presentado planes específicos sobre el programa amparado por el Título 42. Un asesor principal de la campaña del presidente electo dijo a Reuters en agosto que el demócrata buscaría orientación en los funcionarios de salud pública sobre los cierres de fronteras relacionados con la pandemia.

REUTERS/José Luis González

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