Un agente de la ley de Estados Unidos a caballo empuñaba un lazo, blandiéndolo cerca del rostro de un hombre que caminaba por el río Bravo con una bolsa de plástico con comida.
Fue solo un momento angustioso de varias escenas así en ese curso fluvial el domingo.
Cientos de migrantes haitianos que acampan debajo de un puente en la ciudad texana Del Río intentaban traer alimentos y otros suministros desde Ciudad Acuña, en Coahuila, mientras funcionarios estadounidenses elevaban la seguridad en la frontera y comenzaban a enviarlos fuera del área, algunos de regreso a Haití.
Los migrantes dijeron que en su precario campamento escaseaban los suministros.
Los agentes estadounidenses en los últimos días habían permitido que los migrantes cruzaran de un lado a otro en un punto poco profundo del río. El domingo, sin embargo, les dijeron que no podrían regresar al lado estadounidense si se aventuraban en México.
“Estamos atrapados”, dijo Joncito Jean, de 37 años, quien había pasado tres días durmiendo sobre una sábana en el suelo con su esposa e hijos, de tres y cuatro años. Dijo que lamentaba la decisión de venir. “No hay condiciones humanas. Tenemos que salir en fuga para comprar un agua”.
Más de 12,000 migrantes, identificados por funcionarios de ambos lados de la frontera como haitianos, en su mayoría, se han estado reuniendo bajo el puente en los últimos días, esperando el proceso migratorio.
En cambio, los funcionarios estadounidenses comenzaron a sacar a varios miles de personas del campamento durante el fin de semana, incluidos algunos que luego fueron vistos arribando a Haití.
Aun así, varias personas que hablaron con Reuters, la mayoría de las cuales viajando con sus hijos, dijeron que se arriesgarían para intentar quedarse en Estados Unidos.
Mackenley Pearre, de 25 años, abandonó Haití en julio con su prima, su esposa y su hija de dos años debido al empeoramiento de la violencia y la incapacidad de encontrar trabajo como electricista.
En julio, el presidente de Haití fue asesinado y un mes después un gran terremoto y una poderosa tormenta azotaron el empobrecido país.
“Uno tiene que hacer algo para no morir de hambre”, se lamentó, mientras comía un tamal que le dio un residente local del lado mexicano, una de varias personas que afirmaron que se sentían movidas a ayudar.
En una conferencia de prensa en Del Río el domingo, el jefe de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, Raúl Ortiz, dijo que había recursos disponibles.
“Estamos proporcionando comida, agua, baños portátiles, toallas, técnicos médicos de emergencia están disponibles para primeros auxilios”, aseguró.
“Durante los próximos seis a siete días, nuestra meta es procesar a los 12,662 migrantes que tenemos debajo de ese puente lo más rápido posible”, dijo Ortiz. “Lo que queremos asegurarnos es que disuadimos a los migrantes de venir a la región para poder manejar a la gente que está debajo del puente en este punto”.
En la frontera, los migrantes se adentraron más para tratar de evadir la ley. En su mayoría hombres, muchos descalzos y en bóxer, intentaron cruces más complicados a través del agua al nivel de la cintura. Algunos más cruzaron en otro punto donde el agua les llegaba al cuello.
Testigos de Reuters vieron a oficiales montados con sombreros de vaquero y chalecos estampados con “POLICE U.S. BORDER PATROL” bloqueando el camino de los migrantes que trepaban por el terraplén de Estados Unidos, cargando bolsas de plástico y cajas de cartón.
Después de que uno de los oficiales desenrolló un lazo y dirigió su caballo para bloquear el paso de los migrantes, uno cayó al agua. Se levantó y volvió a intentarlo, pero el oficial agitó nuevamente la soga cerca de su rostro.
En otro incidente, el mismo oficial agarró la parte de atrás de la camisa de un migrante que intentaba correr con bolsas de comida.
Ambas personas parecieron escabullirse eventualmente mientras los oficiales intentaban contener a los otros migrantes que se dispersaban en todas direcciones.
Posteriormente se vio a un grupo de unas dos docenas de personas sentadas en el lado estadounidense de la orilla del río detrás de una cinta amarilla cerca de varios coches patrulla.
Con información de Reuters y fotos de Cuartoscuro.