Tres meses después de que el Gobierno de Donald Trump la rechazara, la exministra de Finanzas nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala recibió el lunes un respaldo unánime para convertirse en la primera mujer y la primera africana directora general de la Organización Mundial del Comercio.

Okonjo-Iweala, quien tiene un largo historial de enfrentarse a problemas aparentemente insolubles, tendrá mucho trabajo en el organismo comercial, incluso pese a que Trump, que había amenazado con retirar a Estados Unidos de la organización, ya no está en la Casa Blanca.

Como directora general, un cargo con un poder formal limitado, Okonjo-Iweala, de 66 años, tendrá que mediar en las conversaciones comerciales internacionales ante el persistente conflicto entre Estados Unidos y China, responder a las presiones para reformar las normas comerciales y contrarrestar el proteccionismo agudizado por la pandemia del COVID-19.

En una entrevista con Reuters el lunes, declaró que su principal prioridad sería garantizar que la OMC se esfuerce más para hacer frente a la pandemia, calificando de “desmesuradas” las disparidades en las tasas de vacunación entre los países ricos y los pobres.

También instó a los miembros a levantar las restricciones a la exportación de artículos médicos y se mostró confiada en que sus prioridades estén alineadas con las de Washington.

“Creo que nuestros intereses y prioridades están alineados. Quieren devolver a la OMC a (su) propósito”, dijo a Reuters.

El delegado estadounidense dijo que Washington se comprometía a trabajar estrechamente con ella y que sería un “socio constructivo”, mientras que el representante de China le prometió “pleno apoyo”.

Okonjo-Iweala, quien trabajó por 25 años en el Banco Mundial -donde supervisó una cartera de 81.000 millones de dólares-, se presentó contra otros siete candidatos defendiendo la capacidad del comercio para sacar a la gente de la pobreza.

Estudió economía del desarrollo en Harvard tras vivir la guerra civil en Nigeria cuando era adolescente. Regresó al país en 2003 para ejercer de ministra de Finanzas, y sus partidarios señalan sus dotes de negociadora, que ayudaron a cerrar un acuerdo para cancelar miles de millones de dólares de deuda nigeriana con el Club de París de naciones acreedoras en 2005.

El respaldo del Gobierno de Biden despejó el último obstáculo para su nombramiento y está previsto que asuma el 1 de marzo.

Okonjo-Iweala se convierte en una de las pocas mujeres que dirigen un gran organismo multilateral. Cuando se incorpore a la sede de la OMC junto al lago de Ginebra, su retrato estará colgado junto a otros de hombres, en su mayoría blancos y de países ricos.

La principal crítica del Gobierno de Trump hacia ella fue que carecía de experiencia comercial directa, e incluso sus partidarios dicen que tendrá que ponerse al día rápidamente en los tecnicismos de las negociaciones comerciales.

Ella ha rechazado esto, diciendo que tiene mucha experiencia en comercio, además de otros conocimientos. “Creo que es una gran ventaja llegar fresca, con ojos y oídos frescos”.

Criada por académicos, se ganó la reputación de trabajadora y modesta en medio de la pompa de la clase dirigente nigeriana, sostienen sus conocidos.

“Es persistente y testaruda”, dijo Kingsley Moghalu, ex vicegobernador del banco central de Nigeria y que trabajó con ella cuando fue la primera ministra de Finanzas del país.

Su nombramiento también fue acogido con satisfacción por la gente en las calles de la capital nigeriana, Abuya, donde Ibe Joy, que trabaja en marketing, dijo que los logros de Okonjo-Iweala son una inspiración para las mujeres jóvenes. “Si ella puede hacerlo, todas podemos hacerlo”, dijo Joy.

“REFORMAR LO IRREFORMABLE”

La OMC, que Okonjo-Iweala liderará tras un vacío de poder de seis meses, está parcialmente paralizada ya que el gobierno de Trump bloqueó los nombramientos de su máximo órgano de apelación, que actúa como árbitro mundial de las disputas comerciales.

Incluso antes, los negociadores habían tenido problemas para cerrar pactos que deben ser acordados por consenso, con Estados Unidos y otros miembros argumentando que los países en desarrollo, especialmente China, no pueden aferrarse a las excepciones y que las reglas deben cambiar para reflejar el crecimiento económico del gigante asiático.

Okonjo-Iweala, enviada especial de la Organización Mundial de la Salud para el COVID-19 y, hasta hace poco, presidenta del consejo de administración de la alianza mundial de vacunas GAVI, dijo el lunes que quiere crear un marco de respuesta a la pandemia “para que la próxima vez no perdamos el tiempo intentando averiguar cómo responder”.

En la lista de tareas pendientes también figuran las subvenciones a la pesca, objeto de las principales conversaciones multilaterales de la OMC, que no cumplieron el plazo para concluir a finales de 2020. El lunes dijo que cree que un pacto sobre este tema está “al alcance de la mano”.

Al ser consultada por los retos que tiene por delante, bromeó diciendo que un libro que escribió sobre cómo arreglar las instituciones que no funcionan en Nigeria podría aplicarse a la OMC: “Reformar lo irreformable”.

“Creo que puedo resolver los problemas. Soy una reformista conocida, no alguien que habla de ello”, dijo a Reuters en una entrevista previa. “Lo he hecho de verdad”.

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