LONDRES, (Reuters) – Como muchos artistas, Matthew Willey deseaba conocer a su musa. No tenía idea que entraría volando por la ventana de su apartamento.
La abeja que entró a su habitación a fines de la primavera de 2008 cautivó tanto al muralista de Nueva York que se embarcó en una misión para resaltar las crecientes amenazas a las polinizadoras, pintando en un principio 5 mil abejas en edificios de todo el mundo.
Después de haber representado a los insectos en 30 murales e instalaciones durante los últimos cinco años, Willey dice que la experiencia compartida de la pandemia de coronavirus ha vuelto a la gente más receptiva del sentido de interdependencia que pretende evocar.
“Desde la depresión o la adicción pasando por el cambio climático, la contaminación plástica del océano y el racismo sistémico, es nuestra elección separar todos estos problemas interconectados en fragmentos que los hacen más difíciles de resolver”, dijo Willey.
“Una abeja siempre está considerando el bienestar de su colmena. Está programada de esa manera. Pero los humanos están programados para elegir. Así que debemos elegir ver cuán conectados están todos nuestros problemas”, agregó.
Alguna vez se dedicó principalmente a pintar murales en clubes nocturnos, lugares deportivos o casas de lujo, pero en 2015 pintó su primer mural de abejas en un edificio al estilo de la década de 1920 en LaBelle, Florida. Los transeúntes comenzaron a donar dinero, alimentos y café para colaborar con su proyecto de 10 semanas.
Desde entonces, Willey ha enviado abejas danzantes a escuelas, museos y edificios municipales desde San Diego a Washington DC. En octubre completó su primer proyecto internacional en un colegio del sur de Inglaterra, luego de que un alumno de 15 años le escribiera tras descubrir el sitio web de su proyecto Good of the Hive.
Con abejas y otros insectos que enfrentan la presión del uso de los pesticidas a la pérdida de hábitat y el cambio climático, Willey espera que los planeados proyectos desde Italia a India lleven a más personas a repensar su relación con la naturaleza y entre sí.
“No estoy pintando abejas. Nos estoy pintando a nosotros”, concluyó.