Que chingón ser narco. Ganas mucho dinero, tienes acceso a lujos y privilegios, si la policía o Ejército te detiene no solo no te arresta, hasta te piden disculpas.

También, para eso del ego, te escriben libros, películas y series. Una especie de estrella de Hollywood que no actúa ni canta, que por el contrario trafica drogas y personas, roba, mata y extorsiona, pero eso no importa. El punto es la fama y el cash.

El nuevo y polémico libro de la periodista de investigación, Anabel Hernández.

Si por mala suerte el o los gobiernos ya no te necesitan, te puedes convertir en testigo protegido. No debemos olvidar que sin los políticos el narcotráfico no sería posible.

Como les decía, en caso de que funcionarios necesiten encarcelar un “pez gordo”, esto para sostener el discurso de la guerra contra las drogas, todavía tienes la posibilidad de colaborar con las agencias de seguridad.

Con ello se obtiene el pase a una nueva vida: casa, dinero para alimentos y otros lujos… perdón, necesidades. Y en especial, la libertad, sin delitos que pagar.

Pablo Escobar sobre un elefante.

De perseguido a cómplice. ¿Qué buen trato ¿no? Quién se negaría a semejante oferta. Seguramente muy pocos.

Si, por el contrario, dicen que no puedes ser testigo protegido, no hay bronca, todavía queda la opción de recibir una sentencia mínima.

Así le acaba de pasar a Emma Coronel, esposa del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera. A la mujer se le sentenció a 3 años de cárcel. Sí. Solo tres.

Emma Coronel con ropa de reclusa.

Pese a ser pieza importante de una las organizaciones delictivas más grandes y millonarias del mundo, el Cártel de Sinaloa, Coronel solo pasará un tiempito en prisión.

Ante ello, uno se dice: pues si conviene ser capo de la droga. Digo, con todos esos beneficios, está de pensarse.

El ciudadano común, el de a pie, el que se chinga todos los días en la chamba, nunca tendrá acceso a ninguna de las ventajas mencionadas.

Un mundo al revés: el corrupto es premiado, mientras el que se apega a la Ley, subsiste con lo que puede.

Cuando menos pensemos, la esposa de “El Chapo” estará libre, probablemente colaborando con el Gobierno de Estados Unidos o de nuevo en su rol como parte del Cártel de Sinaloa.

La justicia no es ciega. Tiene bien claros sus intereses. Sabe con quién negociar y a quien hay que olvidar, como las decenas de casos de personas encarceladas de manera injusta, sin pruebas contundentes.

Imagen del túnel por donde escapó el narcotraficante Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, quien salió de su celda por un boquete realizado en su celda en el área de la regadera. FOTO: ISABEL MATEOS /CUARTOSCURO.COM

Hay, pues, un juego perverso, tipo Monopoly. El que gana, es el que tiene dinero, propiedades, amigos en el gobierno. Los demás, a pagar intereses, a pedir prestado, a pagar sentencia.

Puede ser que esta altura del texto ya imaginó varios puntos negativos que no he mencionado sobre el ser narcotraficante.

Pero no se confunda, aquí no hay una invitación a formar un cártel o ser parte de uno.

Este ejercicio, este ensayo, es solo un intento de señalamiento a los que dirigen los gobiernos, las fuerzas armadas, agencias y cuerpos policiales y de investigación.

Una pequeña llamada de atención para decirles: sí, sabemos cómo es el juego, ustedes siempre ganan, a toda costa.

Ustedes son los dueños del balón, no obstante, acá, desde el ojo ciudadano, sabemos de qué lado están, hacía donde se mueven.

Solo les interesa el poder, el dinero, el control, por eso, si de eso se trata, pues entonces seamos todos narcos.

Emma Coronel celebrando.

Así tendremos una vida de lujos, de placeres, sin repercusiones serías con la Ley. Sería un mundo ideal, ¿no?

Bueno, por lo menos es la idea que nos transmiten en la puesta de escena llamada: Guerra contra las Drogas, una donde capos y funcionarios casi siempre salen victoriosos, mientras los jodidos, los que no tienen conexiones con el gobierno, pagan las consecuencias de un mundo corrupto.

Dos hombres fueron agredidos con arma de fuego en Tijuana. FOTO: OMAR MARTÍNEZ /CUARTOSCURO.COM

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