Hay personas que no pueden esconder su esencia. Cuando se expresan, no solo sus palabras dicen algo, también la mirada, los gestos, la energía.

En casi todos los vídeos y fotos que he revisado del Pelusa Diego Armando Maradona se observa lo que apunto, particularmente con un tema que le acompañó toda la vida: el amor al futbol.

Cuando realizó su partido de despedida en la Bombonera, el 10 de noviembre del 2001, invitó a grandes futbolistas y amigos que le apreciaban.

El Mono Burgos, Roberto Ayala, Juan Pablo Sorín, Walter Samuel, Pablo Aimar, Matías Almeyda, Javier Zanetti, Juan Sebastián Verón, Killy González y Claudio López, entre otros, jugaron con el Diez.

Del lado de la Selección Resto del Mundo fueron Iván Córdoba, Ciro Ferrara, el Patrón Bermúdez, Alberto Gamarra, Nolberto Solano, Román Riquelme, Enzo Francescoli, René Higuita, Lothar Matthaeus, el Pibe Valderrama, Davor Suker, Hristo Stoichkov, Álvaro Recoba y Eric Cantona.

El marcador, como suele ocurrir en estos partidos, fue lo de menos, aunque para no dejarlo a un lado, lo apunto, fue 6 a 3 a favor de la albiceleste, con dos goles del Diego.

Sin embargo, lo que más se recuerda de ese encuentro fue una frase dicha por el homenajeado, quien por cerca de siete minutos se dirigió a los hinchas para hablarles sobre lo agradecido que estaba con el calcio.

“El futbol es el deporte más lindo y más sano del mundo, eso no le quepa la menor duda a alguien, porque se equivoque uno, no tiene que pagar el futbol, yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”, dijo aquella tarde en Buenos Aires.

El amor que sentía por el futbol tal vez no lo dejaba ver o le cegaba. Porque si bien este deporte como muchos otros es limpio en esencia, por otro lado, ha sido históricamente utilizado como medio de enriquecimiento, como un negocio que prepondera las ganancias al espectáculo, y con ello, dañando al futbol, ensuciándolo.

En nuestro país llevamos décadas viviendo esto. La Federación Mexicana de Futbol (FMF), tiene como único objetivo obedecer a las televisoras de San Ángel y el Ajusco, lo que ellas digan es lo que se hace en la liga local, con la Selección, nunca lo que opinen directores técnicos, jugadores, mucho menos aficionados.

Las recientes sanciones interpuestas al Club Querétaro y al Atlas de Guadalajara solo vienen a confirmar que pese al tremendo desorden violento que se vivió el sábado pasado en la Corregidora, en el futbol nacional los que mandan son los señores dinero, o sea, los dueños de los equipos, ese club de Toby que tan dañino ha sido.

Veo el futbol profesional como un gran error, ya que se ha politizado y monetizado al máximo, al grado que con el pasar de los años son más y más los aficionados que ven con duda y hasta con cierto coraje lo que significa el balompié actual.

Hoy, con lo informado por Yon de Luisa, presidente de la FMF, y Mikel Arriola, titular de la Liga MX, se da un nuevo golpe a los seguidores del futbol.

Muchos ya han reaccionado, pidiendo que gritar de nuevo puto en los estadios para que sí se castigue a la Selección Mexicana con posibles penas, que podrían incluir ser descalificados del Mundial de Qatar 2022.

Qué tan dolido puede estar el mexicano para que busque que su equipo nacional no asista al más importante evento del futbol; pienso que mucho.

Pero como los dueños del balón no le apuestan a eso, si no al olvido (lo que muy probablemente pasará) prefieren ser tibios a la hora de sancionar fallas y en este caso, una violencia desmedida y no atendida por años.

Así, como si las imágenes de la Corregidora no hubieran significado nada, el torneo local continuará el próximo fin de semana.

Tal vez los estadios no luzcan vacíos, ya que habrá quienes no dejen de asistir, no obstante, que nos quede claro a todos: A los que ven desde la tribuna y a los que observan desde casa, la pelota con la que se juega, cada vez está más manchada, no solo de corrupción, también de sangre.

 

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