MONTERREY, N.L. (apro).- El cortometraje animado ‘Dalia sigue aquí’ sorprende por su hechura artesanal: la historia elaborada a mano transcurre mientras pasan, en el trasfondo, más de 5 mil 200 páginas de periódico.
El film mexicano, dirigido por Nuria González y Carlos Isaac Menchaca, describe una historia sombría sobre las desapariciones y la incansable búsqueda de los familiares, quienes agonizan a diario mientras deambulan por un país donde la autoridad no da respuestas, ni justicia.
Ganadora del Ariel 2020 en la categoría de corto mexicano, la narración sigue a Dalia, una niña que anda buscando a sus seres queridos. Un día ella y su padre fueron forzados a separarse y ya no volvieron a verse.
Los realizadores, quienes son profesores de la Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño, del sistema Tecnológico de Monterrey, dicen que esta es, al mismo tiempo, una llamada de atención sobre un tema sensible en la agenda nacional y un reconocimiento a los periodistas que dan seguimiento al fenómeno social que lastima al país.
Considerada para una posible nominación a los Premios Oscar de este año, ‘Dalia sigue aquí’ contó con la participación de 90 artistas y colaboradores, quienes trabajaron en el estudio de animación independiente No Budget Animation, creado por González y Menchaca.
En entrevista escrita, los realizadores refieren que el corto surge de un acercamiento que tuvieron con periodistas, en particular con Celia Guerrero y el fotógrafo Pepe Jiménez, quienes han documentado esta problemática en el país.
La producción fue realizada por unos 90 artistas mexicanos, con dibujo digital que aportó Casa Anafre, junto con otros animadores, para colorear con tintas y acuarelas digitales más de cinco mil ilustraciones. Los personajes fueron diseñados por Nuria y Carlos Isaac, quienes intervinieron en todo el proceso creativo.
Para conocer el tema, se asesoraron con periodistas y especialistas como Carlos Beristáin, del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), así como Eréndira Cruzvillegas, entre otros, que les ayudaron a crear este homenaje a las familias que buscan y a los periodistas que cubren los hechos.
El corto está hecho sobre páginas de periódicos, como una forma de expresar que los medios son una ventana por donde los mexicanos pueden ver estas historias y enterarse de las tragedias, señalan.
Dentro de la narración, algunos personajes que pasan como criminales están vestidos con uniformes. Los realizadores aclaran que no pretenden, con esto, acusar al Ejército de las desapariciones, sino resaltar que hay quienes para delinquir usan atuendos que dificultan las investigaciones y su captura.
“No hay una denuncia directa al Ejército. Si bien, figurativamente, hay flashbacks sugerentes, también hay elementos que los trasgreden. Aparecen figuras criminales particulares, hombres vestidos tanto en uniformes, como de civil, pero no sabemos quiénes son legítimos. Se ilustran hombres de a pie, que se ocultan tras pasamontañas, y uniformados que bien podrían ser militares, paramilitares, policía, quién sabe.
“El punto que señalamos en este tema es que tal como las familias lo sufren, no se sabe puntual y directamente quién o quiénes son los que en cada caso cometen este crimen. Son muchas partes las que participan en la desaparición forzada. Así que en el cortometraje la desaparición forzada es justo un acto nublado, opaco y misterioso. Ese misterio es una de las grandes penas de las familias, es lo que quisimos representar, más que hacer una denuncia directa”, puntualizan.
Dalia, la protagonista del corto, es el rostro de la figura más delicada del país: mujer, infante, sola y de origen rural. Además, su nombre es el de la flor nacional mexicana y representa un ícono en la vulnerabilidad en las que se encuentran ellas en México.