A más de cien años de la pandemia por influenza de 1918, el mundo está sumido en una situación similar: bien dicen que la espiral que usan los artistas para hablar de pasado y futuro, se encuentra en un presente infinito.
El arte como vehículo para expresar alegría, tristeza, oscuridad y fe, ha sido una constante de liberación durante las crisis, como en las pandemias del Siglo XX; y con el actual coronavirus no ha sido la excepción.
En Tijuana la pandemia de Covid-19 influyó en artistas de la ciudad, quienes en medio del confinamiento y el temor del contagio se pusieron a fotografiar, pintar y dibujar.
Ya desde siempre diversos artistas han fluctuado entre el temor y el arte. Por ejemplo, el pintor noruego Edvard Munch, realizó dos autorretratos en 1919 durante la llamada gripe española.
En el primero se plasmó sentado, convaleciente, rodeado de amarillos y naranjas que demostraban vulnerabilidad; en el segundo autorretrato se pintó de mejor aspecto, con seriedad pero sin lucir débil.
José Pla, escritor y periodista español escribió en El Cuaderno Gris (1918-1919), “He pasado todo el día de ayer y una parte del de hoy en la cama, con la gripe. He sudado como un caballo treinta y seis horas seguidas. Me levantó pálido y deshecho…”
El hombre contemplando las muertes ajenas tiene miedo de ser uno más en la lista y se sumerge en sus pensares profundos; en el caso del artista, llevar eso a la creación funciona como medicina y registro.
En Glocal Media hablamos con Alfonso Lorenzana, Paola Viola y Carolina Castañeda, artistas tijuanenses que desfogaron el ahogamiento del encierro mediante sus procesos artísticos.
ALFONSO LORENZANA: ESPACIOS Y RETRATOS
Para el fotógrafo Alfonso Lorenzana el estar en encierro no significó dejar la cámara en su maleta, por el contrario y pese a las limitaciones de poder salir, se puso a enfocar y disparar.
“Empecé haciendo unos gifs para ilustrar un poco el confinamiento en el sentido del paso del tiempo, del panorama y cómo va cambiando en el transcurso de los días, todo dentro de cuatro paredes.
“Después fue la ventana del baño, la puerta, lo que había detrás de la puerta, una mirada desde adentro hacía lo externo: las luces, lo cinematográfico que va invadiendo la sombra, el espacio, y va transcurriendo el día”, expresó en entrevista.
La experimentación también tuvo cabida en la fotografía de Lorenzana, quien recreó una situación ficticia e imaginaria en uno de los espacios más representativos de la ciudad, el Centro Cultural Tijuana (Cecut).
“Me gustó mucho recrear la ciudad, aunque limitado a eso, pero imaginar cosas”, comentó. Con el pasar de los meses empezó a tener visitas de algunos amigos y personas, entonces aprovechó para hacer una serie de retratos.
El escritor Luis Humberto Crosthwaite fue por unas tazas; los artistas multidisciplinarios Lula Lewis y Joaquín Duprat llegaron un día a revisar material; un vecino hizo una reparación a casa del fotógrafo. Todos fueron registrados en el estudio que tiene Lorenzana en su hogar.
“Me quedó muy claro que iba a ser limitado porque no invite a nadie y no salí, pero sería un reflejo de nuestro tiempo porque nunca habíamos andado todos protegiéndonos.
“De alguna manera sintetiza todo lo que estamos pasando y si todo va bien vamos a acordarnos de este tiempo, entonces es como un documento, yo trabajo mucho la foto como un documento también”, narró.
Después de esa primera etapa sin salir de casa más que a lo elemental, detalla Lorenzana, comenzó a caminar furtivamente por las calles. En esas escapadas el fotógrafo encontró en flechas y barras para marcar distancia, elementos fotografiables que servirían para mostrar una parte de lo que la pandemia ocasionó.
“Me gusta porque de alguna manera se ve el transcurso del tiempo registrado ahí. Es también el valor de la fotografía como testimonio”, refirió. “La estética de la superficie, la textura, la combinación del color que es casualidad, todo eso”.
Para el creador de imágenes, la pandemia es un episodio que merece seguir siendo registrado. “Es hacer todo un proyecto acerca del tiempo y la situación extrema que estamos viviendo”, concluyó.
PAOLA VIOLA: REENCUENTRO CON EL ARTE
Durante algunos años la función pública alejó de la creación a la gestora cultural y artista plástica, Paola Viola.
Luego de estar enfocada al cien por ciento a su trabajo, la pandemia fue para ella una oportunidad de vivir la catarsis que le permitió separar su labor de oficina, con la que realiza en la pintura y otros elementos.
Los sentimientos de ansiedad e incertidumbre durante los tres primeros meses del confinamiento, le llevó a decidirse por hacer arte-terapia y continuar siendo artista, platicó.
“Se me ocurrió empezar hacer retratos astrológicos. Cada mes hago un tipo de convocatoria, hago una lista y empiezo a trabajar en pinturas que se basan en el signo zodiacal de la persona, en el elemento que representa ese signo; me mandan una foto y desde ahí empiezo a hacer su pintura”, manifestó.
Consciente del efecto negativo del coronavirus, la artista no puede dejar de sentir una especie de agradecimiento a lo vivido en esta emergencia de salud, ya que despertó en su interior la necesidad de volver a la creación y reencontrarse con el arte.
A la par de los retratos astrológicos, Paola Viola pintó un mural en toda la fachada de una casa de terapias holísticas en El Hongo, platicó.
“Tenía desde 2012 que no hacía un mural, entonces sí fue todo un reto, me lo aventé yo sola y fue muy bonita experiencia porque pude pintar a grandes trazos, a grandes rangos y fue como una liberación”, destacó.
El factor pandemia vino a irrumpir su vida de una forma que le permite ser ella misma de nuevo.
“Es una oportunidad que nos da la vida para hacer cosas que creemos que no podemos hacer por falta de tiempo, de autoestima, de amor propio; hay que aprovechar el tiempo y la salud, crear algo, lo que sea”, finalizó.
CAROLINA CASTAÑEDA: ILUSTRACIONES Y EXIGENCIA
La relación con la pandemia de la artista plástica y pintora Carolina Castañeda fue distinta.
La tijuanense se encontraba poco antes de la pandemia contenta por iniciar a trabajar en su propio estudio; y aunque el encierro se tradujo en solicitudes de ilustraciones, también creció la exigencia de crear.
Como muchos artistas, Carolina no esconde su aversión a las autoridades, indicando que el hecho de permanecer confinada le trajo afectaciones.
“Fue el hecho de saber que no es que yo quiera sino que me están obligando a quedarme en casa, lo que afectó mi proceso creativo; de pronto me bloqueé, a pesar de tener un montón proyectos que quería hacer”, narró.
En un momento pensó que no le solicitarían ilustraciones en medio de la pandemia, ya que le parecía complicado que alguien requiriera sus servicios como ilustradora durante una etapa tan complicada.
“Sorprendentemente la gente me seguía pidiendo trabajos, yo trabajo mucho por comisión y la verdad es que no me fue tan mal; trabajé ilustrando un libro con Editorial Edelvives que ya está por salir a la venta”, dijo.
El libro lleva por título “Celulinda y el lobo feroz”, historia protagonizada por una niña que con celular en mano resuelve diferentes situaciones de la vida real, gracias a los amigos virtuales.
“Creo que ha sido bastante complicado porque tengo mucha exigencia personal, siento que tengo que hacer más sólo por el hecho de saber que estoy en casa; me frustra sentir que no he realizado la cantidad de cosas que debí hacer”, subrayó.
A la par de vivir la presión, lamentó que las exposiciones artísticas no contaran con público; esto ante las limitantes de aglomeración impuestas por las autoridades sanitarias.
“Tuvimos una exhibición colectiva en Oaxaca y el día de la inauguración sólo estábamos invitadas las artistas; sentí que ahora es algo de autoconsumo y eso se me hace triste: dedicar tanto a esa pieza para al final verla únicamente yo”, explicó.
Sin perder el buen ánimo, la artista es consciente de que lo ocurrido en la pandemia, en su propio estudio, traerá en un futuro enseñanzas en su forma de crear.
En estos meses pasados los artistas han experimentado y se han liberado para darnos a través del arte todo aquello que les preocupa, interesa y vive dentro de su mente. Sus trabajos durante el confinamiento formarán parte del arte creado durante la pandemia; tal y como ocurrió hace más de cien años durante la gripe española.