Bobi, el poseedor del récord Guinness y un Rafeiro do Alentejo de pura raza, falleció en su hogar en Portugal el pasado sábado.

Su muerte fue anunciada en las redes sociales por una veterinaria que tuvo la oportunidad de conocer a Bobi en varias ocasiones. La Dra. Karen Becker escribió:

“A pesar de haber sobrevivido a todos los perros de la historia, sus 11,478 días en la Tierra nunca serán suficientes para aquellos que lo amaron”.

Bobi se convirtió en febrero en el perro más longevo de la historia y en el perro vivo más anciano del mundo, superando un récord que tenía casi un siglo de antigüedad. El perro más longevo anteriormente registrado fue Bluey, de Australia, que murió en 1939 a la edad de 29 años y cinco meses.

La avanzada edad de Bobi fue validada por la base de datos de mascotas del gobierno portugués, que es gestionada por el Sindicato Nacional de Veterinarios. Hasta ahora, no se ha revelado la identidad del sucesor de Bobi en el título del perro vivo más longevo del mundo.

Bobi pasó toda su vida con la familia Costa en la aldea de Conqueiros, cerca de la costa oeste de Portugal. Inicialmente, la familia tenía demasiados animales y decidieron sacrificar a los cachorros, pero Bobi logró escapar.

La familia Costa mantuvo en secreto la existencia de Bobi hasta que finalmente fue descubierto y se convirtió en una parte integral de la familia. Bobi compartió sus comidas y vivió una vida pacífica en el entorno familiar, lo que Leonel Costa, quien tenía ocho años en ese momento, consideraba el secreto de su longevidad.

A pesar de un susto en 2018 cuando Bobi fue hospitalizado después de desmayarse repentinamente debido a problemas respiratorios, Leonel Costa dijo en febrero que Bobi había disfrutado de una vida relativamente libre de problemas y creía que el secreto de su longevidad era el “ambiente tranquilo y apacible” en el que vivía.

Sin embargo, antes de su muerte, Bobi experimentó dificultades para caminar y un deterioro de la vista.

Bobi no fue el único perro propiedad de la familia Costa en vivir una vida larga. La madre de Bobi vivió hasta los 18 años, mientras que otro perro de la familia murió a la edad de 22 años.

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