Tras el escándalo por la filtración de documentos internos, las declaraciones de Frances Haugen y el colapso de Facebook, Instagram y WhatsApp, la revista Time usó para su portada del mes el concepto “borrar” o “cancelar” a Facebook, con una imagen que tapa la boca al CEO de la compañía, Mark Zuckerberg.
TIME es un pilar de nuestro sistema. Por años, ellos, The Economist, Forbes, NY Times y el WSH Post han construido la narrativa de las élites.
Una portada no cambiará el hecho que ellos sirvieron para crear a Facebook como lo conocemos hoy. https://t.co/qFGeO0y55E
— Amadeus Garcia (@amadeusgrcia) October 7, 2021
“Los directores ejecutivos como Zuckerberg afirman que tienen el mandato de maximizar el valor de su marca para los accionistas. Al igual que con la frase: ‘estoy siguiendo órdenes’, se puede implementar un enfoque único en las ganancias y el valor para los accionistas, para justificar todo tipo de pecados”, escribió Time en un artículo titulado: “Facebook no se arreglará a sí mismo”.
Escrito por Roger Mcnamee, uno de los primeros inversores de Facebook y asesor de Zuckerberg, contó que hace unos años se embarcó en una misión para ayudar a Facebook a cambiar su cultura, modelo de negocio y algoritmos, y han seguido, junto con muchas otras personas, intentando convencer a Zuckerberg y la directora de operaciones, Sheryl Sandberg, para reformar la plataforma.
“Me comuniqué con ellos en privado. Hablé en público. Escribí para Time en 2019, instando a Facebook y Silicon Valley a adoptar tecnología impulsada por humanos en lugar de algoritmos adictivos y peligrosos. No pasó nada”, redactó.
Enfatizó que el juego ha cambiado en las últimas tres semanas, tras la valiente denuncia de Frances Haugen, pues se ha logrado transformar la conversación sobre la reforma tecnológica con la serie “Facebook Files” publicada por The Wall Street Journal, que confirmaron que el modelo de negocio de esta compañía es el resultado de un diseño peligroso.
“Facebook no se arreglará a sí mismo. Todos los incentivos dirigen a la empresa a mantenerse en su curso actual. Y la historia reciente apoyaría la opinión del cínico de que nuestra democracia y gobierno están demasiado rotos para controlar a cualquier empresa. Pero ahora estamos en un punto en el que una mayor inacción por parte del Congreso probablemente resultará en catástrofes continuas de las cuales es posible que no nos recuperemos durante una generación o más”, previó.
Roger Mcnamee recordó que los senadores de los partidos republicano y demócrata de Estados Unidos expresaron su apoyo al testimonio de Haugen y a una ley para regular el tema, pero, desde su percepción, “pocos en el Congreso tienen una comprensión clara del camino regulatorio a seguir, pero saben que quieren encontrarlo”.
Destacó la simpatía de Haugen hacia Zuckerberg, pero alabó su decisión de señalar la falla moral de un CEO que “prioriza las ganancias sobre el bien público”, y en eso dijo estar de acuerdo, aunque añadiría que el problema va más allá de Facebook y Zuckerberg, debido a que muchas empresas estadounidenses están replicando su modelo de negocios.
“Una gran parte de la economía de Estados Unidos opera de acuerdo con los dictados de un sistema que Shoshana Zuboff, de la Universidad de Harvard, llama ‘capitalismo de vigilancia’”, criticó.
Explicó que esto se refiere, de manera análoga, al comportamiento de las compañías petroleras y otras empresas de extracción, donde los capitalistas de vigilancia afirman su derecho de propiedad sobre cada pieza de datos que tocan, incluidos los espacios públicos, de experiencia y propiedad de otros.
“La economía del capitalismo de vigilancia proviene de convertir la experiencia humana en datos, construir modelos para cada ser humano a partir de esos datos y usar esos modelos para predecir e influir en el comportamiento. Los anunciantes pagan por esas predicciones.
“Los capitalistas de vigilancia también usan los modelos para informar a los motores de recomendación que manipulan las opciones y, a veces, el comportamiento. Es inmensamente rentable porque los humanos toman decisiones de manera predecible, lo que facilita la manipulación”, agregó.
Mcnamee destacó que cada acción que una persona realiza con su teléfono inteligente en internet o aplicaciones, como una transacción financiera, un viaje, pedir medicamentos o pruebas médicas es rastreable y está disponible para ser comprada en un mercado de datos, y las empresas usan esto y la inteligencia artificial para aplicar los patrones y mejorar sus negocios.
“Nadie en este proceso piensa en el impacto en los seres humanos afectados por su influencia y manipulación. Su único objetivo es maximizar el valor para los accionistas”, señaló.
TIME's new cover: Facebook won't fix itself https://t.co/qFgXOZgawa pic.twitter.com/fsc8QLIEkF
— TIME (@TIME) October 7, 2021
En la actualidad la industria tecnológica no está regulada en gran medida después de que surgió la era de desregulación y desfinanciamiento de las agencias de aplicación, lo que ha permitido a los gigantes tecnológicos “comportarse como gobiernos no elegidos”.
Agregó: “Sus sistemas de comunicaciones se han convertido en el centro de nuestra forma de vida, como lo subraya el impacto de la interrupción de Facebook, Instagram y WhatsApp de esta semana, pero tienen su pulgar en la balanza, amplificando el contenido que desencadena miedo e indignación porque hacerlo maximiza las ganancias. El miedo y la indignación alimentan la ira, que socava la democracia”.
Ante los supuestos sutiles cambios hechos por Facebook cuando enfrentan la presión y su gusto por trasladar la responsabilidad a otros, incluyendo a sus usuarios, el Congreso de Estados Unidos se verá tentado a apuntar una reforma legislativa para Facebook, “pero eso sería un error”, consideró.
Desde su perspectiva, “necesitamos legislación para abordar tres problemas relacionados en todo el mundo de la tecnología: seguridad, privacidad y competencia”.
Porque la realidad es que la industria tecnológica no regulada produce productos inseguros, dijo, y puso como ejemplo cuando las industrias de alimentos y medicinas no eran seguras y debió crear la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) o cuando las petroquímicas vertían desechos tóxicos indiscriminadamente y aprobó leyes ambientales.
“Al igual que las empresas de tecnología de hoy, las industrias afectadas afirmaron que no podrían operar con regulación, pero eso resultó incorrecto. Ahora necesitamos algo así como una FDA para productos tecnológicos, diseñada para evitar que tecnologías dañinas lleguen al mercado”, y además de sanciones o auditorías deberá tener enmiendas a la sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones, para crear mejores incentivos en las plataformas de internet.
Con información de Proceso.