Para llenar sus días y mantener la mente ocupada, la estudiante universitaria Hawa se sienta junto a la ventana de su casa en Kabul y lee un libro.

Como cientos de miles de otras niñas y jóvenes afganas, a la estudiante de literatura rusa de 20 años no se le ha permitido regresar a sus estudios desde que los talibanes tomaron el poder a mediados de agosto.

Hawa, de 20 años, estudiante de literatura rusa de tercer año en la Universidad Burhanuddin Rabbani (que fue rebautizada por los talibanes a Universidad de Educación de Kabul), lee un libro con su hermana en el alféizar de una ventana en su casa en Kabul, Afganistán. REUTERS / Zohra Bensemra

Y como muchos compañeros, siente una mezcla de frustración y enfado porque sus aspiraciones de estudiar y trabajar se ven imposibilitadas.

“No nacimos para estar sentadas en casa”, dijo Hawa a Reuters en la casa de su familia en la capital afgana, donde ha estado encerrada y pasa sus días dibujando, leyendo y haciendo las tareas del hogar. “Si podemos criar bebés, también podemos mantener a nuestras familias. En esta situación, no veo que mis sueños se hagan realidad”.

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El movimiento islamista de línea dura, que llegó al poder tras derrocar al gobierno respaldado por Occidente, ha permitido que todos los niños y niñas más jóvenes regresen a clases, pero no que las niñas asistan a la escuela secundaria. Además, la mayoría de las universidades públicas no están funcionando.

Los funcionarios han tratado de asegurar a los afganos y a los donantes extranjeros que se respetarán los derechos de las personas, lo que incluye permitir que las niñas vayan a la escuela y que las mujeres estudien y trabajen, una vez que se hayan aclarado los detalles sobre cómo hacerlo de acuerdo con la ley islámica.

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Los talibanes también han culpado a la comunidad internacional por cortar la ayuda, lo que dificulta la financiación de la reapertura de escuelas y universidades.

Muchos son escépticos respecto a las promesas de un grupo que, cuando estuvo en el poder por última vez entre 1996 y 2001, prohibió a todas las niñas ir a la escuela y a las mujeres el empleo remunerado.

SUEÑOS TRUNCADOS

Menos del 40% de las niñas afganas asistieron a la escuela secundaria en 2018 a pesar de que estaba permitido, según cifras de la UNESCO.

Gran parte del país sigue siendo profundamente conservador, a pesar de 20 años de gobierno respaldado por Occidente y miles de millones de dólares en ayuda exterior destinada en parte a promover la igualdad y los derechos civiles.

Hawa, de 20 años, estudiante de literatura rusa de tercer año en la Universidad Burhanuddin Rabbani llora durante una entrevista con Reuters mientras habla de familiares muertos durante los enfrentamientos entre los talibanes y ex fuerzas gubernamentales. REUTERS / Zohra Bensemra

Pero en los centros urbanos en particular, las niñas y las mujeres han disfrutado de mayores libertades desde 2001 y son reacias a dejarlas ir.

“Los que fuimos a la universidad y también teníamos trabajo, estábamos ayudando a nuestras familias (…) pero ellos (los talibanes) dicen que todo lo que estudiamos en los últimos 20 años es inútil”, dijo Hawa.

Al otro lado de la ciudad, Sahar, de 17 años, también está atrapada en casa. Quiere ser ingeniera, pero, al menos por ahora, tiene que aprender en su hogar lo mejor que pueda.

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“Me encantaría volver a clase, reanudar mis estudios, estar con mis compañeros y profesores”, dijo, mirando con nostalgia el salón donde los escritorios y bancos acumulaban polvo.

Cuando su hermano y hermana menores regresan de la escuela todos los días, Sahar les ayuda con la tarea. “Ellos vuelven a casa y hacen sus deberes, hablan de sus compañeros de clase y de sus estudios. Pero me siento triste por dentro porque yo no puedo hacer lo mismo”.

Hadia, de 10 años, estudiante de cuarto grado de primaria asiste a una clase en Kabul, Afganistán. REUTERS / Zohra Bensemra

Su hermana Hadia, que tiene 10 años, se ha dado cuenta de que algunos de sus antiguos profesores y compañeros de clase ya no están, y supone que son algunos de los miles de afganos que huyeron de Kabul en las caóticas semanas que siguieron a la conquista del poder por parte de los talibanes.

Incluso a su edad, reconoce las dificultades que se avecinan. “Estoy en cuarto grado. Quiero ser médico, pero si en dos años no me permiten continuar mis estudios, como le pasa a mi hermana, no podré cumplir mi sueño”, dijo Hadia. “Eso me asusta”.

Con información de Reuters.

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