Las mortales inundaciones que han trastornado la vida tanto en China como en Alemania han recordado con crudeza que el cambio climático está haciendo que las condiciones meteorológicas sean más extremas en todo el mundo.
Al menos 25 personas murieron el martes en la provincia central china de Henan, entre ellas una docena de personas atrapadas en el metro de la ciudad, cuando las aguas arrasaron la capital regional de Zhengzhou tras varios días de lluvias torrenciales.
Después de que las inundaciones mataran al menos a 160 personas en Alemania y a otras 31 en Bélgica la semana pasada, la catástrofe ha reforzado el mensaje de que habrá que hacer cambios significativos para prepararse para acontecimientos similares en el futuro.
“Los Gobiernos deberían darse cuenta primero de que las infraestructuras que han construido en el pasado o incluso las recientes son vulnerables a estos fenómenos meteorológicos extremos”, dijo Eduardo Araral, profesor asociado y codirector del Instituto de Política del Agua de la Escuela de Políticas Públicas Lee Kuan Yew de Singapur.
Según un estudio publicado el 30 de junio en la revista Geophysical Research Letters, en Europa es probable que el cambio climático aumente el número de tormentas grandes y lentas que pueden permanecer más tiempo en una zona y provocar diluvios como los que se han producido en Alemania y Bélgica.
A medida que la atmósfera se calienta con el cambio climático, también retiene más humedad, lo que significa que cuando las nubes de lluvia se rompen, se libera más lluvia. A finales de siglo, estas tormentas podrían ser 14 veces más frecuentes, según los investigadores del estudio que utiliza simulaciones por ordenador.
Aunque las inundaciones que devastaron amplias franjas del oeste y el sur de Alemania se produjeron a miles de kilómetros de los sucesos de Henan, ambos casos pusieron de manifiesto la vulnerabilidad de las zonas densamente pobladas ante las inundaciones catastróficas y otros desastres naturales.
“Hay que tomar medidas técnicas, reforzar los diques y las barreras contra las inundaciones. Pero también hay que remodelar las ciudades”, dijo Fred Hattermann, del Instituto de Investigación del Impacto Climático de Potsdam. Según Hattermann, cada vez se presta más atención a las llamadas medidas de “adaptación verde”, como los pólderes y las llanuras inundables, para evitar que el agua corra demasiado rápido.
“Pero cuando llueve mucho, todo eso no sirve de nada, así que tenemos que aprender a vivir con ello”, dijo.
Reforzar los diques y hacer que las viviendas, las carreteras y las infraestructuras urbanas sean resistentes a los fenómenos metereológicos costará miles de millones. Pero las dramáticas imágenes grabadas con teléfonos móviles de personas sumergidas en agua hasta el pecho en Zhengzhou o llorando de miedo mientras el barro y los escombros arrasaban las ciudades medievales alemanas dejaron claro el coste de no hacer nada.
“Es impactante y tengo que decir que da miedo”, dijo John Butschkowski, un conductor de la Cruz Roja que participó en las labores de rescate en el oeste de Alemania esta semana. “Es fantasmagórico, no hay gente por ningún lado, sólo basura. Y es inconcebible que esto ocurra en Alemania”.
LAS LLUVIAS DE UN AÑO EN TRES DÍAS
Koh Tieh-Yong, científico especializado en meteorología y clima de la Universidad de Ciencias Sociales de Singapur, dijo que sería necesario realizar una evaluación general de los ríos y los sistemas hídricos en las zonas vulnerables al cambio climático, incluidas las ciudades y las tierras de cultivo.
“Las inundaciones suelen producirse por la combinación de dos factores: uno, lluvias más intensas de lo normal y dos, capacidad insuficiente de los ríos para descargar el agua de lluvia adicional recogida”, dijo.
Tanto en China como en el noroeste de Europa, las catástrofes se produjeron tras un periodo de lluvias inusualmente intensas, equivalente en el caso chino a un año de precipitaciones en sólo tres días, que desbordó por completo las defensas contra las inundaciones.
Tras varias inundaciones graves en las últimas décadas, se habían reforzado las defensas a lo largo de los principales ríos alemanes, como el Rin o el Elba, pero las lluvias extremas de la semana pasada también convirtieron a afluentes menores como el Ahr o el Swist en temibles torrentes.
En China, las zonas urbanas edificadas con una inadecuada evacuación del agua y las grandes presas que modificaron la descarga natural de la cuenca del río Amarillo también pueden haber contribuido al desastre, según los científicos.
Sin embargo, es poco probable que medidas como la mejora de la resistencia de los edificios y la elevación de las riberas de los ríos y la mejora del drenaje sean suficientes por sí solas para evitar los efectos de las graves inundaciones. Como último recurso, habrá que mejorar los sistemas de alerta, que fueron muy criticados en Alemania por no dejar a la gente tiempo suficiente para reaccionar.
“Hay que integrarlo en el conocimiento práctico que tiene la gente para que sepa qué hacer”, dijo Christian Kuhlicke, jefe de un grupo de trabajo sobre riesgos medioambientales y fenómenos extremos del Centro Helmholtz de Investigación Medioambiental.
“Si no se puede retener el agua, si no se pueden salvar los edificios, al menos hay que asegurarse de que todas las personas vulnerables se retiran de esos lugares”.
Con información de Reuters.