Luego de la balacera que migrantes del albergue Ágape vivieron la noche del jueves, en la colonia Nueva Aurora, están pensando en la opción de entregarse a las autoridades estadounidenses en el puerto fronterizo, debido al temor y trauma que les generó esta situación, dado que no es la primera vez que sucede.

La señora María del Rosario, originaria de Honduras y quien decidió identificarse así por seguridad, dijo sentirse “en un peligro”, por lo que piensa mejor entregarse pues “venimos huyendo de nuestro país de la muerte y estamos aquí en México y ha sido un peligro desde que salimos”.

La experiencia de haber vivido esta situación en la que una joven madre de 25 años, quien viene huyendo con 15 familiares más de la violencia en Michoacán, resultara herida de bala, se conjuga con las situaciones traumáticas que han venido teniendo en sus lugares y países de origen.

Albergue Ágape.

“Fue horrible, nos tuvimos que esconder un rato y al rato empezaron de nuevo los balazos; sentíamos que a todos nos caían todas las balas, sonaban por todos lados, a mí tuvieron que llevar a una clínica porque me atacaron los nervios”, dijo la señora Francisca Aguilar, originaria de Honduras.

María del Rosario resaltó que luego de esta situación, “los niños están muy nerviosos, luego de que vimos a la muchacha herida mucho más, fue peor para todos, tenemos daño sicológico y creo que todos estamos igual”.

La joven migrante que recibió el balazo, de nombre Ana Laura, se mantiene internada en el Hospital General, y presenta problemas de movilidad debido a que la bala le ingresó del hombro hacia la columna vertebral, así lo dio a conocer su cuñado Hugo Bravo y están a la espera de que les den resultados finales.

El migrante michoacano narró que durante la balacera se empeñaron en resguardar principalmente a los niños, ya que entre toda la familia son siete menores los que vienen con ellos y quienes más padecieron de esto.

“Cuando resguardé a mis niños, mi cuñada me gritó y como estaba la balacera le pedí que nos fuéramos, pero me dijo que no podía, que le habían dado (un balazo) y me dijo que no se podía mover, la quise cargar y no se movió nada, cuando le puse la luz con el celular le vi el impacto de bala”, dijo.

La señora María del Rosario contó que fue “terrible lo que les tocó vivir” y dijo sentirse “muy triste, porque pensamos que ya íbamos a morir en ese momento de la balacera, sentimos que ya iba a ser el último día, mis niños estaban durmiendo, gracias a Dios estaba mi pareja y nos tiramos sobre ellos; se escuchaban en todos lados una balacera que no paraba”.

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