El refugiado sirio Ahmad al-Hariri, que huyó de la guerra en su país hacia el vecino Líbano hace 10 años, pasó la última década esperando en vano escapar a una nueva vida en Europa.

Al ver cómo los países europeos abren sus brazos a cientos de miles de ucranianos en menos de una semana, este padre de tres hijos no puede evitar comparar sus destinos.

“Nos preguntamos, ¿por qué los ucranianos fueron bienvenidos en todos los países mientras nosotros, los refugiados sirios, seguimos en tiendas de campaña y permanecemos bajo la nieve, enfrentándonos a la muerte, y nadie nos mira?”, dijo a Reuters en un centro de refugiados donde 25 familias están refugiadas a las afueras de la ciudad mediterránea de Sidón.

Svetlana, 28, una mujer ucraniana de Kiev, junto a su hijo Semyon mientras llegan a la ciudad fronteriza de Tiszabecs, Hungría, el 1 de marzo del 2022 en esta imágen tomada de un video. Gergely Papai/REUTERS TV via REUTERS

En el mundo árabe, donde 12 millones de sirios han sido desarraigados por la guerra, los críticos, desde Hariri hasta activistas y caricaturistas, contrastan la reacción occidental a la crisis de refugiados desencadenada por la invasión rusa de Ucrania con la forma en que Europa trató de contener el flujo de refugiados sirios y de otros países en 2015.

Algunos recuerdan las imágenes de los refugiados caminando durante días en condiciones climáticas adversas, o perdiendo la vida en peligrosas travesías marítimas cuando intentaban traspasar las fronteras de Europa.

El lunes, cuatro días después de que Rusia inició su ataque, la Unión Europea dijo que al menos 400.000 refugiados habían entrado en el bloque desde Ucrania, que tiene fronteras terrestres con cuatro estados de la UE.

Se esperan millones más y la UE está preparando medidas que ofrecerían permisos de residencia temporal, así como acceso al empleo y a la asistencia social, una rápida apertura de sus puertas que contrasta con su respuesta a las guerras en Siria y otros lugares.

A principios de 2021, diez años después del estallido del conflicto en Siria, los Estados de la UE habían acogido a un millón de refugiados y solicitantes de asilo sirios, de los cuales solo Alemania acogió a más de la mitad.

La mayoría de ellos llegaron antes de un acuerdo de 2016 en el que la UE pagó miles de millones de euros para que Turquía siguiera acogiendo a 3,7 millones de sirios. Esta vez la acogida ha sido inmediata.

“No tenemos aquí la ola de refugiados a la que estamos acostumbrados y con la que no sabemos qué hacer: gente con un pasado poco claro”, dijo el primer ministro búlgaro, Kiril Petkov, que describió a los ucranianos como inteligentes, educados y altamente cualificados.

“Son europeos cuyo aeropuerto acaba de ser bombardeado, que están bajo fuego”, dijo. Bulgaria ha dicho que ayudará a todos los que vengan de Ucrania, donde hay unos 250.000 búlgaros étnicos.

El año pasado, 3.800 sirios solicitaron protección en Bulgaria y 1.850 obtuvieron el estatuto de refugiado o humanitario. Los sirios dicen que la mayoría de los refugiados sólo pasan por Bulgaria hacia los Estados más ricos de la UE.

El gobierno de Polonia, que el año pasado fue objeto de fuertes críticas internacionales por oponerse a una oleada de inmigrantes que cruzaban desde Bielorrusia, en su mayoría procedentes de Oriente Medio y África, ha acogido a los que huyen de la guerra de Ucrania.

En Hungría, que construyó una barrera a lo largo de su frontera meridional para evitar que se repitiera la afluencia de personas procedentes de Oriente Medio y Asia en 2015, la llegada de refugiados de la vecina Ucrania ha desencadenado una avalancha de apoyo y ofertas de transporte, alojamiento a corto plazo, ropa y alimentos.

“RELATIVAMENTE CIVILIZADOS”

Tanto Hungría como Polonia afirman que los refugiados de Oriente Medio que llegan a sus fronteras ya han atravesado otros países seguros que tienen el deber de darles cobijo.

El ministro húngaro de Asuntos Exteriores, Peter Szijjarto, defendió los diferentes enfoques. “Debo rechazar que se establezcan comparaciones entre los que huyen de la guerra y los que intentan entrar ilegalmente en el país”, dijo en una reunión de las Naciones Unidas en Ginebra

La acogida se ha visto facilitada por el hecho de que Ucrania alberga una importante comunidad étnica húngara.

Lazos como esos han llevado a algunos periodistas occidentales a sugerir que el desastre humanitario en Ucrania es diferente a las crisis de Siria, Irak o Afganistán, porque los europeos podrían relacionarse más estrechamente con las víctimas.

Sus comentarios provocaron una ola de condenas en las redes sociales, acusando a Occidente de parcialidad. Los clips de los reportajes se difundieron ampliamente y fueron muy criticados en toda la región.

Por ejemplo, un reportero de televisión de la cadena estadounidense CBS describió a Kiev como una ciudad “relativamente civilizada, relativamente europea”, en contraste con otras zonas de guerra. Otros dijeron que Ucrania era diferente porque los que huían eran de clase media o veían Netflix.

El reportero de la CBS Charlie D’Agata se disculpó diciendo que había intentado transmitir la magnitud del conflicto. La CBS no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios adicionales.

Nadim Houry, director ejecutivo de la Iniciativa de Reforma Árabe, dijo que algunas partes de la cobertura mediática eran preocupantes y revelaban “la ignorancia sobre los refugiados de otras partes del mundo que también tienen las mismas aspiraciones que los ucranianos”.

Con información de Reuters.

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