Los soldados ucranianos se resistieron a un ultimátum ruso para deponer las armas el domingo en el pulverizado puerto de Mariúpol, que según Moscú sus fuerzas habían tomado casi por completo en lo que sería su mayor triunfo en la guerra en casi dos meses.
El primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, dijo que las tropas en Mariúpol seguían luchando a pesar de la exigencia rusa de rendirse antes del amanecer.
“La ciudad todavía no ha caído”, dijo al programa “This Week” de la cadena ABC, añadiendo que los soldados ucranianos siguen controlando algunas partes de la ciudad.
Rusia dijo el sábado que tenía el control de partes urbanas de la ciudad y que algunos combatientes ucranianos permanecían en la planta siderúrgica de Azovstal, con vistas al mar de Azov.
La captura de Mariúpol, el principal puerto de la región suroriental de Donbás, sería un premio estratégico para Rusia, ya que conecta el territorio en poder de los separatistas prorrusos en el este con la región de Crimea que Moscú se anexó en 2014.
Tras no superar la resistencia ucraniana en el norte, el ejército ruso ha vuelto a centrar su ofensiva terrestre en Donbás mientras mantiene los ataques a distancia en otros lugares, incluida la capital, Kiev.
Cerca de cuatro millones de ucranianos han huido del país, las ciudades han quedado destrozadas y miles han muerto desde el inicio de la invasión el 24 de febrero.
“Los ocupantes serán responsables de todo lo que hicieron en Ucrania”, dijo el presidente Volodymyr Zelenskiy en su cuenta de Telegram, publicando imágenes de la destrucción que, según dijo, eran similares a los “terribles tiempos” de la Segunda Guerra Mundial.