Los países recurren a las pruebas rápidas de antígenos para contener la segunda ola

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FOTO DE ARCHIVO: Una mujer tiene una muestra de hisopo en Madrid, el 29 de septiembre de 2020. REUTERS/Sergio Pérez
FOTO DE ARCHIVO: Una mujer tiene una muestra de hisopo en Madrid, el 29 de septiembre de 2020. REUTERS/Sergio Pérez

ZÚRICH/BERLÍN, 13 oct (Reuters) – Varios países que están tratando de contener una segunda ola de COVID-19 están recurriendo a pruebas más rápidas y baratas pero menos precisas para evitar las demoras y la escasez que han complicado las labores de diagnóstico y seguimiento de los infectados.

Alemania, donde las infecciones se incrementaron en 4.122 el martes hasta alcanzar un total de 329.453, ha conseguido 9 millones al mes de las llamadas pruebas de antígenos, que pueden dar un resultado en minutos y que cuestan unos 5 euros (5,90 dólares) cada una. En teoría, esto cubriría a más del 10% de la población.

Estados Unidos y Canadá también están comprando millones de pruebas, al igual que Italia, cuya reciente licitación de 5 millones de pruebas atrajo ofertas de 35 compañías.

El Instituto Robert Koch (RKI) de Alemania recomienda ahora pruebas de antígenos para complementar las pruebas moleculares de PCR, que se han convertido en el estándar para evaluar las infecciones activas pero que también han sufrido situaciones de escasez, ya que la pandemia ha desbordado la capacidad de los laboratorios que procesan los resultados y los fabricantes. Aunque ambos tipos de test tienen por objeto detectar las infecciones activas, las pruebas de PCR detectan el material genético del virus, mientras que las pruebas de antígenos detectan las proteínas de la superficie del virus. Otro tipo de prueba, la que busca los anticuerpos que el cuerpo produce en respuesta a una infección, puede ayudar a saber si alguien ha tenido COVID-19 en el pasado.

Al igual que las pruebas de PCR (reacción en cadena de la polimerasa), las pruebas de antígenos requieren de un incómodo hisopo nasal. También pueden producir más “falsos negativos”, lo que hace que algunos expertos recomienden que solo se usen en caso de emergencia.

No obstante, el alarmante aumento de nuevas infecciones en todo el mundo hace que las autoridades sanitarias estén buscando desesperadamente más opciones mientras se avecina la temporada de gripe invernal.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó de más de 2 millones de nuevos casos la semana pasada, lo que eleva el total mundial a 37 millones, con más de 1 millón de muertes por COVID-19.

“Estas pruebas en los puntos de atención podrían marcar una gran diferencia”, dijo Gerard Krause, director del departamento de epidemiología del Centro Helmholtz de Investigación de Infecciones de Alemania.

FOTO DE ARCHIVO: Un trabajador de la salud toma una muestra de hisopo en el hospital San Giovanni de Roma, Italia, el 8 de octubre de 2020. REUTERS/Guglielmo Mangiapane
FOTO DE ARCHIVO: Un trabajador de la salud toma una muestra de hisopo en el hospital San Giovanni de Roma, Italia, el 8 de octubre de 2020. REUTERS/Guglielmo Mangiapane

SIN TEST NO HAY VUELO

Krause dijo que los pacientes de baja prioridad – aquellos sin síntomas – podrían ser examinados inicialmente con pruebas de antígenos, dejando las pruebas de PCR más precisas para aquellos que muestran síntomas de la enfermedad.

Las pruebas de antígenos ya han cobrado fuerza en la industria turística. La aerolínea italiana Alitalia ofrece vuelos Roma-Milán exclusivamente para pasajeros con pruebas negativas y la alemana Lufthansa ha anunciado planes para realizar pruebas similares.

Sin embargo, la gran escala de la pandemia ha puesto a prueba la capacidad de los países para someter a pruebas a todos sus ciudadanos, lo que dificulta el seguimiento exhaustivo de las complejas rutas de la infección y la prevención de su resurgimiento.

En Estados Unidos, por ejemplo, la dependencia de la maquinaria de PCR automatizada durante el verano provocó la frustración de muchos pacientes que tuvieron que esperar una semana o más para obtener resultados.

Las pruebas en Europa también han sufrido fallos.

Francia realiza más de un millón de pruebas a la semana, pero su política de pruebas gratuitas ha provocado largas colas y retrasos en los resultados, lo que ha llevado a los investigadores franceses a proponer un test que, según afirman, puede producir resultados en 40 minutos, sin necesidad de utilizar un hisopo.

Italia hace entre 800.000 y 840.000 pruebas a la semana, más del doble de los niveles de abril, según el Ministerio de Salud. Sin embargo, un asesor del Gobierno, el profesor de microbiología de la Universidad de Padua, Andrea Crisanti, dijo que el país necesita 2 millones de pruebas a la semana para controlar el virus.

En Países Bajos, donde los índices de contagio se encuentran entre los más altos de Europa, el Gobierno se está esforzando por expandir las pruebas semanales y la capacidad de los laboratorios a 385.000 para la semana que viene, en lugar de los 280.000 actuales. El objetivo es casi medio millón de pruebas semanales para diciembre y cerca de 600.000 para febrero.

No obstante, la gente ha tenido que esperar días para hacerse una prueba. Las autoridades culpan de los atascos en el sistema a la abrumadora demanda de personas sin síntomas claros.

En respuesta, las autoridades han restringido las pruebas rápidas de antígenos a los trabajadores sanitarios y a los profesores, mientras que los demás entran en una lista de espera.

 

“EL ESTÁNDAR DE ORO”

Los diversos problemas ponen de relieve un dilema para los Gobiernos: cómo hacer que la gente vuelva a trabajar mientras se rastrea el virus entre la población de forma rápida y sin que se agoten los suministros.

El fabricante suizo de diagnósticos Roche anunció el martes sus planes de lanzar una nueva prueba de antígenos para finales de año que puede ser procesada en máquinas de laboratorio a una velocidad de hasta 300 pruebas por hora, sin contar el tiempo de recolección.

Competidoras como Siemens Healthineers, Abbott Laboratories y Becton Dickinson también ofrecen numerosas pruebas de diagnóstico de COVID-19.

Roche dijo que el test podría utilizarse en lugares como residencias u hospitales, donde los resultados rápidos podrían frustrar brotes con elevado potencial de mortalidad.

A principios de 2021, la compañía con sede en Basilea dijo que podría hacer unos 50 millones de las nuevas pruebas al mes, además de las pruebas rápidas para puntos de atención (los denominados POCT, que realizan los test cerca del sitio de atención sanitaria del paciente) que ya vende.

“El principal campo de aplicación son las pruebas en pacientes sintomáticos”, dijo una portavoz de Roche. “El caso de uso secundario es la prueba de los individuos sospechosos de infección (…) que también podría incluir a pacientes asintomáticos”.

La opinión de los expertos, sin embargo, sobre cómo utilizar las pruebas de antígenos está cambiando y sigue siendo objeto de debate.

Suiza, donde las nuevas infecciones se han disparado a cerca de 1.500 por día, frente a las tres de junio, después de que las escuelas volvieran a abrir sus puertas, ha empezado ahora a validar la fiabilidad de las pruebas rápidas.

“La utilización de las pruebas rápidas donde tenga sentido se integrará en nuestra estrategia de pruebas”, dijo un portavoz del Ministerio Federal de Sanidad suizo. “Actualizaremos nuestras recomendaciones para las pruebas en noviembre”.

Sandra Ciesek, directora del Instituto de Virología Médica de la Clínica Universitaria de Fráncfort, en Alemania, dijo que las pruebas rápidas de antígenos podrían ser una opción para los pacientes asintomáticos que planean visitar a los pacientes en las residencias de ancianos.

Sin embargo, la gente debería abstenerse de usarlas como un sustituto definitivo para juzgar su estado de salud.

“La prueba PCR sigue siendo el estándar de oro”, dijo Ciesek. “Una prueba de antígenos solo debe emplearse como alternativa si la PCR no es posible con la rapidez necesaria”.

FOTO DE ARCHIVO: Un trabajador de la salud realiza una prueba de antígenos en Vallecas, en Madrid, España, el 29 de septiembre de 2020. REUTERS/Sergio Pérez
FOTO DE ARCHIVO: Un trabajador de la salud realiza una prueba de antígenos en Vallecas, en Madrid, España, el 29 de septiembre de 2020. REUTERS/Sergio Pérez

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