El crimen organizado en México sigue generando miles de desplazados internos, sobre todo de estados como Michoacán y Guerrero, quienes llegan a las ciudades fronterizas como Tijuana para buscar la posibilidad de encontrar asilo humanitario en Estados Unidos para salvaguardar su vida y la de sus familias.
Activistas pro migrantes de esta ciudad han comentado que tan solo este año fueron más los mexicanos que llegaron con esa petición, que los propios centroamericanos, lo cual refleja la gravedad de la problemática en el país, ya que incluso entre los desplazados hay personas que fueron parte del Ejército Mexicano.
Ese es el caso de Jorge (nombre asignado por seguridad), un joven de 27 años originario de un pueblo de la costa grande Guerrero, quien arribó a Tijuana hace más de dos meses junto con su esposa y sus dos hijos de 5 y 7 años de edad, buscando la protección y una opción de poder ingresar a suelo estadounidense.
Jorge contó en entrevista que desde los 19 años ingresó a las filas del Ejército Mexicano y estuvo ahí durante siete años; “estaba sirviendo para las misiones, todo me estaba gustando y todo iba perfectamente bien, hasta que llegaron las amenazas”.
Relató que un año antes de darse de baja de esta corporación, personas del crimen organizado abordaron una ocasión a su esposa y la amenazaron de que la secuestrarían a ella y sus hijos si él no trabajaba para ellos, pues se dieron cuenta de que trabajaba para el Ejército y querían reclutarlo.
“Se dieron cuenta de que yo servía para la Nación, que era soldado, querían que yo trabajara para ellos, que les enseñara todo lo que me habían enseñado a mí en el Ejército, yo lo creí y mandé a mi esposa junto con mis hijos para un pueblito de donde es mi familia”, dijo.
Mientras su esposa e hijos estaban en el otro pueblo, Jorge continuó sirviendo para el Ejército y pidió el apoyo a sus superiores, pues temía por su vida y la de su familia, sin embargo, “lo que me dijeron nada más es que me iban a mandar una patrulla para cuidar la zona donde vivía”.
Las amenazas continuaron y al verse desprotegido por su propia corporación, Jorge optó mejor por pedir su baja para irse al pueblo donde estaba su familia, “para cuidarlos”, y con lo de su liquidación puso un negocio, pero hasta allá lo fueron a buscar.
“Ahí me cayeron, me comenzaron a pedir cuotas de 30 mil pesos al mes y nos amenazaban de que si no pagábamos nos iban a matar; en un momento no quise pagar una cuota y lo que hicieron fue que me llevaron un cuerpo desmembrado y me lo dejaron afuera de mi negocio, me comenzaron a llegar amenazas a mi celular”, compartió.
Jorge contó que los encuentros ya eran personales, pues llegaban a su negocio para pedirle bajo amenazas que trabajara con ellos, a lo que él solamente les seguía la corriente, hasta se llegó la noche que finalmente tuvieron que salir huyendo, pues un grupo armado llegó a su casa, le dejaron una cartulina con cartuchos de pistola cuerno de chivo y amenazas de que sería asesinado por no haberles hecho caso.
Por la madrugada salieron de su pueblo, tomaron un avión a Tijuana y ahora están a la espera de que su caso sea escuchado y les den la posibilidad de poder obtener el asilo porque, incluso en esta ciudad, recibió nuevas amenazas de que ya lo tenían localizado.
“Lo perdí todo, lo que más dolió fue que nos cambiara toda la vida, sobre todo por mi esposa y mis dos hijos que están chiquitos… perdimos el negocio, la casa; es una lástima no haber tenido el apoyo de mi corporación, pero ahora solo pensamos en poder tener el asilo”.