Un juez federal condenó a 30 años ocho meses de prisión a dos personas vinculadas con el cártel de los Arellano Félix, por los delitos de delincuencia organizada y secuestro.
El Juzgado Primero de Distrito de Procesos Penales Federales en el Estado de México, con sede en Toluca, dictó la sentencia contra Santiago Meza López, alias “El Pozolero”, “Chago”, “Chaguito” o “El Chango”; así como a su cómplice Héctor Manuel Diarte Guerrero.
El primero de ellos está preso en el Centro Penitenciario número 18 “CPS-Coahuila”, en Ramos Arizpe, y el segundo en el Centro Federal de Readaptación Social número 5 “Oriente” en Villa Aldama, Veracruz.
De acuerdo con la Fiscalía General de la República (FGR), ambos cumplían condenas por otros delitos cuando fueron aprehendidos por esta causa.
En marzo de 2014, elementos ministeriales cumplimentaron una orden de aprehensión por reclusión contra Meza López, quien desde 2009 estaba en el Centro Federal de Readaptación Social número 1 “Altiplano”, en Almoloya de Juárez, Estado de México.
El siguiente año, Diarte Guerrero también fue aprehendido por reclusión en el Centro Federal de Readaptación Social número 5, en Villa Aldama, Veracruz.
El método de “El Pozolero”
El domingo 25 de enero de 2009, el gobierno del entonces presidente Felipe Calderón presentó a Santiago Meza López, quien declaró haber disuelto 300 cadáveres en sosa cáustica. En la ronda de preguntas delinearía sus métodos:
–¿A qué tipo de personas deshacías?
–A los que me traían.
–¿Tú los matabas?
–Me los traían muertos.
–¿Los despedazabas?
–No, enteros.
–¿Cómo lo hacías?
–Yo los echaba en un tambo con ácido y ahí se desintegraban.
–¿Qué tiempo se tardaba en deshacer un cuerpo?
–Veinticuatro horas.
Dijo primero que disolvió a 300 personas en un solo año, aunque después aclaró que 300 era, en realidad, el número total de víctimas que había deshecho durante los 10 años que practicó el oficio.
Explicó que el método de “cocción” era a fuego alto durante un día entero, y la capacidad por semana era de tres cuerpos.
Teodoro García Semental, “El Teo”, le entregaba los cadáveres, mismos que, detalló, colocaba en un recipiente con agua y sosa cáustica durante 24 horas o hasta su completa desintegración.
“El Pozolero” añadió que por ese trabajo “El Teo” le pagaba 600 pesos. Sobre el destino de los restos de las víctimas, Meza López comentó en aquel momento, que estos eran depositados en una fosa clandestina, improvisada en un terreno ubicado en la colonia Colinas del Florido en Tijuana
de Apro.