Los militares de Myanmar garantizaron el martes que celebrarán elecciones y cederán el poder al ganador, negando que su destitución de un Gobierno electo fuera un golpe de Estado y denunciando a los manifestantes por incitar a la violencia e intimidar a miembros de la administración pública.

La justificación de los militares de su toma de poder el 1 de febrero y de la detención de la jefa de Gobierno, Aung San Suu Kyi, y de otras personas, se produjo cuando los manifestantes volvieron a salir a la calle y después de que un enviado de la ONU advirtiera al ejército de las “graves consecuencias” de cualquier respuesta dura a las manifestaciones.

“Nuestro objetivo es celebrar unas elecciones y ceder el poder al partido ganador”, dijo el general de brigada Zaw Min Tun, portavoz del consejo de gobierno, en la primera conferencia de prensa de los militares desde que tomaron el poder.

Los militares birmanos no han fijado una fecha para las nuevas elecciones, pero han impuesto el estado de emergencia durante un año. Zaw Min Tun afirmó que los militares no mantendrán el poder durante mucho tiempo.

“Garantizamos (…) que las elecciones se celebrarán”, dijo en la conferencia de prensa que los militares transmitieron en directo a través de Facebook, una plataforma prohibida por la propia junta.

Preguntado por la detención de la premio Nobel Suu Kyi y del presidente birmano, el general dijo que los militares respetarían la Constitución.

A pesar del despliegue de vehículos blindados y soldados en algunas de las principales ciudades del país durante el fin de semana, los manifestantes han mantenido su campaña de oposición al Gobierno militar exigiendo la liberación de Suu Kyi.

Además de las manifestaciones en pueblos y ciudades de todo el país, de gran diversidad étnica, un movimiento de desobediencia civil ha provocado huelgas que están paralizando muchas funciones del Estado.

Los manifestantes bloquearon los servicios ferroviarios entre Rangún y la ciudad meridional de Mawlamyine, agolpándose en un tramo de vías férreas bañadas por el sol y enarbolando pancartas de apoyo al movimiento de desobediencia, según mostraron imágenes en directo difundidas por los medios de comunicación.

“Liberad a nuestros dirigentes inmediatamente” y “Devolved el poder al pueblo”, coreaba la multitud.

Los manifestantes también se reunieron en dos lugares de Rangún (también denominada Yangón), la principal ciudad del país: en un lugar de frecuentes celebraciones de protestas cerca del principal campus universitario de la ciudad y ante el banco central, donde los manifestantes esperaban presionar al personal para que se uniera al movimiento de desobediencia civil.

Una treintena de monjes budistas protestaron en Rangún contra el golpe de Estado con oraciones, mientras que cientos de manifestantes marcharon por la ciudad de Thandwe, en la costa occidental birmana.

Con información de Reuters.

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