El encarcelado político opositor ruso Alexei Navalny fue condenado el viernes a 19 años más de prisión en un caso penal que, según él y sus partidarios, habría sido inventado para mantenerlo entre rejas y fuera de la política durante aún más tiempo.
Navalny, el opositor más destacado del presidente Vladimir Putin, cumple ya una condena de 11 años y medio en la colonia penal por cargos que incluyen fraude y que, según él, también fueron inventados para silenciarle.
El viernes, un tribunal de la colonia penal IK-6 de Melejovo, a unos 235 kilómetros al este de Moscú, puso fin a su juicio por seis cargos distintos, entre ellos incitación y financiación de actividades extremistas y creación de una organización extremista.
La señal de audio del tribunal, donde el juicio se había celebrado a puerta cerrada en el pabellón deportivo de la prisión, era tan deficiente que resultaba prácticamente imposible distinguir lo que decía el juez, Andrei Suvorov.
A los periodistas no se les permitió entrar en la sala, pero pudieron seguir el proceso por circuito cerrado de televisión desde una sala especial cercana, aunque la señal se cortó casi en cuanto se pronunció la sentencia.
Vestido con un uniforme oscuro de presidiario y flanqueado por sus abogados, Navalny sonrió de vez en cuando mientras escuchaba al juez.
El exbloguero, abogado e investigador de casos de corrupción se ha erigido como mártir político cuyo objetivo es demostrar a los rusos que es posible resistirse a Putin, aunque cueste mucho.
“Para que nazca un país nuevo, libre y rico, debe tener padres. Aquellos que lo quieren. Que lo esperan y que están dispuestos a hacer sacrificios por su nacimiento”, dijo Navalny en su discurso de clausura el mes pasado.
En un mensaje publicado en redes sociales el jueves, Navalny había pronosticado que recibiría una larga pena de cárcel, pero dijo que eso apenas importaba porque también estaba amenazado por otros cargos de terrorismo que podrían acarrearle otra década.
También afirmó que el objetivo de imponerle una pena de cárcel adicional era atemorizar a los rusos, pero les instó a no dejarse amedrentar y a reflexionar sobre la mejor manera de resistir a lo que denominó los “villanos y ladrones del Kremlin”.
El Departamento de Estado de Estados Unidos calificó el veredicto de “conclusión injusta de un juicio injusto”, mientras que la Unión Europea condenó lo que calificó de otra sentencia políticamente motivada y pidió la liberación inmediata de Navalny.
El jefe de Derechos Humanos de la ONU, Volker Türk, declaró que la sentencia volvía a suscitar una profunda preocupación por el acoso judicial y el uso del sistema judicial con fines políticos en Rusia. La ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, lo calificó de “pura injusticia”.
Un pequeño grupo de partidarios de Navalny se había congregado ante la colonia penal, pero no se les permitió entrar para escuchar el veredicto.
De Reuters.