Sobre la calzada Tecnológico, en el fraccionamiento Tomás Aquino, de Tijuana, hay un terreno con una estructura dañada que sirve como basurero clandestino y hogar para aquellos que no tienen uno fijo.
El lugar se encuentra rodeado de carritos y negocios de comida, mercados, casas y departamentos, los cuales tienen que convivir con el olor a animal muerto y basura, mismo que llega a las narices y pulmones de quienes por ahí transitan.
La edificación del espacio funciona para personas en situación de calle, quienes son, de acuerdo al testimonio de los vecinos, los mayores responsables de la basura a la intemperie.
“Ellos queman cables, desarman aparatos y todo lo que no les sirve ahí lo van dejando tirado”, comentó Ana, vecina del lugar.
Pero también hay quienes aprovechan la situación para arrojar desperdicios. “Sí hay gente que tira animalitos muertos. Huele muy feo, ahorita huele a perro muerto”, añadió Ana.
La autoridad poco o nada hace al ser un espacio privado, recayendo la responsabilidad en el dueño del predio.
Pero mientras nadie se hace responsable los vecinos del fraccionamiento Tomás Aquino tienen que lidiar con los malos olores y todo lo que ello acarrea: bichos, plaga, virus y enfermedad.