Que se garantice la seguridad de los refugiados michoacanos que se quedaron y siguen llegando a Tijuana, pidieron activistas y autoridades eclesiásticas, quienes han estado orientando y apoyando a las personas que han sido desplazadas de manera forzada por la violencia que trasciende desde hace varios años en sus comunidades.
El padre Juan Diego Mendoza García, miembro de la comunidad de Misioneros Guadalupanos del Santísimo Sacramento, refirió en un comunicado que, con el cierre de la frontera para los migrantes solicitantes de asilo, el pasado 3 de agosto por instrucción de Joe Biden, se abrió un nuevo capítulo de esta realidad en la que los menos perjudicados son los refugiados.
Resaltó que algunos de los migrantes michoacanos serán llamados de acuerdo al programa o a la organización que les estuvo apoyando para sus procesos de asilo, sin embargo, se ha generado cierto desconcierto entre las familias que no pudieron cruzar porque no saben qué va a pasar con ellos.
El padre dijo que hay familias que no reúnen los requisitos para ningún programa de “Parole humanitario”, por lo tanto, tendrán que “ponerse a trabajar duro aquí en Tijuana, o regresar a sus lugares de origen”, a donde no quieren hacerlo por temor a las represalias y a que atenten contra sus vidas, motivo por el cual pide y desea que en la zona donde decidan quedarse los refugiados se brinde la ayuda necesaria para la seguridad social.
“Ha sido doloroso saber que para algunas personas no tenemos la posibilidad de ayudarles, porque no tienen quien responda por ellos en Estados Unidos, ni tampoco pueden regresar a Michoacán, y tampoco es conveniente que anden de albergue en albergue, algunos de ellos, ya cansados, con el sufrimiento acuestas, mayoritariamente los que cargan con niños pequeños y enfermos o discapacitados”, apuntó.
El padre Mendoza García está en Tijuana desde hace 54 días en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, él arribó desde la zona del conflicto entre los cárteles en Michoacán para brindar ayuda humanitaria a los desplazados por la violencia que han salido de la región de Tierra Caliente. De acuerdo con el padre, son más de 2.000 las familias michoacanas las que han atendido durante cuatro meses, de las que quizá más del 70% ya lograron su objetivo de llegar al país vecino con asilo político.
En su comunicado, el padre también agradeció a las organizaciones que se hicieron presentes para donar alimentos y demás apoyos necesarios, como ropa, calzado y cobertores, y “en lo personal a toda la ciudad de Tijuana, que se caracteriza por abrir las puertas de su casa y de su corazón, a las familias que vienen sin rumbo fijo; y algunos de ellos, sin dirección”.