María Miranda todavía no puede creer que su esposo sea una de las víctimas salvadoreñas que murieron esta semana en un incendio en un centro de detención para migrantes en México y pide que los responsables del hecho se enfrenten a la justicia.
Carlos Pacheco, un albañil de 43 años, salió de El Salvador hace 15 días rumbo a Estados Unidos en busca de mejores chances de trabajo y con el anhelo de comprar una casa para su esposa y su hija de 17 años, así como enviar dinero a sus padres para que dejaran de trabajar.
Junto con él también viajaba su sobrino Marvin García, de 22 años, en pos de reunirse con sus padres en Virginia, dijo su familia. El periplo para alcanzar “el sueño americano” comenzó en el empobrecido barrio El Sauce, municipio de Sonzacate, a unos 61 kilómetros al oeste de la capital, San Salvador.
“Salieron de acá porque aquí la situación es dura. Él (Carlos) trabajaba y él decía que quería un mejor futuro para nosotros, pero aquí no alcanzábamos”, dijo Miranda en una entrevista el miércoles por la tarde, al asegurar que su esposo ganaba unos 10 dólares al día por su trabajo de construcción.
Pero ambos fueron detenidos la semana pasada por autoridades migratorias mexicanas y luego fueron enviados al recinto en Ciudad Juárez donde estaban esperando su deportación, comentó la cocinera de 41 años, aunque desconoce los detalles.
39 migrantes centroamericanos y sudamericanos murieron en un incendio que se originó la noche del lunes en el centro donde estaban detenidos en la fronteriza Ciudad Juárez. La Fiscalía dijo el miércoles que se investiga el caso como homicidio.
Pese a que ninguna autoridad de El Salvador les ha confirmado la muerte de Pacheco, la familia no se ha podido comunicar con él desde el viernes pasado y su nombre aparece en un listado de la Secretaría de Gobernación de México como uno de los fallecidos.
En tanto, la familia dice que Marvin García está hospitalizado y “estable”, luego que se comunicaron la mañana del miércoles durante dos minutos, pero el joven desconoce si su tío está entre los muertos.
El gobierno salvadoreño, que no ha revelado la identidad y el número de las víctimas, condenó la actuación del personal del centro de detención y exigió una investigación a fondo.
“Yo espero que haya justicia, porque no es justo que mueran tantos inocentes que van a luchar por la familia, para que vivan mejor, para que tengan el pan de cada día en su casa, que no les falte nada”, expresó Miranda, visiblemente afectada.
“Yo siento que es injusto porque pudieron haber ayudado y no lo hicieron. Qué se haga justicia”, agregó.
Tras hacerse pública la noticia en la página de Facebook de una radio local, un nutrido grupo de familiares y vecinos se reunieron en la casa de los padres de Pacheco, también en El Sauce, para acompañarlos y darle sus condolencias.
Vilma Gutiérrez, madre de Pacheco, comentó que antes de conocer la decisión del viaje de su hijo y su nieto intentó persuadirlos para que no emprendieran la travesía debido a los riesgos que enfrentan los migrantes para alcanzar su objetivo.
Huyendo de la violencia y en busca de mejores oportunidades para desarrollarse, miles de centroamericanos y latinoamericanos intentan llegar a Estados Unidos cada año, pero muchos mueren en el camino.
“Lo que yo no quería era que esto pasara, porque cuántos casos no se han oído de eso y yo solo de eso me acordaba”, dijo la mujer de 67 años, propietaria de una pupusería, un platillo típico del país centroamericano. “Pero quién iba a creer que a esta época él fuera víctima”, se lamentó.
De Reuters.