Si se piensa en lucha libre mexicana sin duda salta a la mente la imagen de uno de los luchadores más icónicos no solo del país, también a nivel mundial. Hablamos de “El Santo”.
Su nombre era Rodolfo Guzmán Huerta, nacido el 23 de septiembre de 1917 en Tulancingo de Bravo, municipio del estado de Hidalgo.
Los inicios del gladiador fueron como rudo y se remontan a 1930, época en la que utilizó diferentes nombres como: “Constantino”, “Hombre Rojo”, siendo hasta el 26 de julio de 1942 cuando debutara en la Arena México con su inconfundible máscara plateado: nacía la leyenda.
Muy rápido el luchador se volvió un terror para los rivales por la rudeza con que combatía en el ring, teniendo su primer gran victoria ante el “Murciélago” Velázquez, el cual no le había permitido utilizar el nombre de “Murciélago II”.
Para la década de los cincuenta “El Santo” ya es ídolo al ser pareja del que llamaba su hermano, pero en realidad era su compadre, otro mítico enmascarado de la lucha libre mexicana, “Blue Demon”.
Luego de más de 20 años luchando para los malosos, el gladiador se cambia al bando de los técnicos, haciendo pareja con “Henry Pilusso”, los cuales enfrentaron a los “Hermanos Espanto”.
Su fama dentro del cuadrilátero lo llevó a participar por lo menos en 50 películas, tal como El Santo contra los zombies (1961), Santo contra Cerebro del Mal (1961), Santo en el tesoro de Drácula (1969), El Santo vs las momias de Guanajuato (1972), Santo vs las lobas (1976), en muchas de ellas alternando con su compadre “Blue Demon”.
Para los setentas el enmascarado de plata ya tenía 60 años, por lo que se retira, teniendo tres presentaciones de despedida, la primera en el Palacio de los Deportes, la segunda en la Arena México y la definitiva en el Toreo de Cuatro Caminos el 12 de septiembre de 1982.
Tras dejar las lonas se dedica a producir películas y a trabajar como escapista con el Mago Yeo, esto en el Teatro Blanquita.
En una de sus presentaciones la muerte le sorprendió al concluir el show. Se sintió agotado, sufriendo a los minutos un infarto miocardio a la edad de 67 años, esto el cinco de febrero de 1984.
Si bien su deceso fue hace 37 años, su legado sigue latente, ya que en México y en el mundo decir “El Santo” significa hablar de unos luchadores más queridos y profesionales del cuadrilátero, el cual estuviera cumpliendo 104 años de vida este 23 de septiembre.