Estados Unidos anunció nuevas sanciones, incluidas las impuestas a las hijas del presidente ruso Vladimir Putin, días después de que salieran a la luz sombrías imágenes de los cadáveres de civiles abatidos a quemarropa en la ciudad de Bucha cuando fue arrebatada a las fuerzas rusas.

El Papa Francisco calificó los asesinatos de “masacre” -aunque no repartió culpas- y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, dijo que Occidente debe hacer más para frenar a Rusia.

Los responsables políticos occidentales han denunciado los asesinatos en Bucha como un crimen de guerra, y las autoridades ucranianas afirman que una fosa común junto a una iglesia de la localidad contenía entre 150 y 300 cadáveres.

Moscú negó haber atacado a civiles allí o en otros lugares. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia dijo que las imágenes de cadáveres en Bucha fueron puestas en escena para justificar más sanciones contra Moscú y descarrilar las conversaciones de paz con Kiev.

Rusia se refiere a su invasión del 24 de febrero como una “operación militar especial” diseñada para desmilitarizar y “desnazificar” a Ucrania. Ucrania y los gobiernos occidentales lo rechazan como un falso pretexto para invadir un país democrático.

La guerra ha acabado con la vida de miles de personas, ha convertido ciudades enteras en escombros y ha dejado a una cuarta parte de la población de Ucrania sin hogar. Al entrar en su séptima semana, sigue preocupando el riesgo de que se convierta en un conflicto más amplio.

Como reflejo de estos temores, la Comisión Europea inició una operación de almacenamiento para reforzar sus defensas contra las amenazas químicas, nucleares y biológicas.

Con información de Reuters.

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