CUBREBOCAS

Según el diccionario de la Real Academia Española, el nerviosismo es un estado pasajero de excitación. Otras referencias bibliográficas definen a esa palabra como un estado de inquietud o falta de tranquilidad.

En Baja California, la palabra nerviosismo adquiere otros matices y la definición se pudiera resumir en el estado emocional del gobernador Jaime Bonilla, durante la gira de trabajo del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Demasiados mensajes, infinidad de entrelíneas, muchísimas señales de que esa relación política y, quizá personal, está más que dañada. Todo lo que el lenguaje corporal reveló durante la gira presidencial es digno de una franca reflexión.

Sólo basta con observar y analizar caras, gestos y actitudes, y si a esto le sumamos la actitud del gobernador Bonilla, el resultado es un claro mensaje de distanciamiento. Porque una de dos: o López Obrador pasa por un mal momento, o su visita a Baja California no fue de su total agrado.

Para muestra, basta con enumerar los momentos memorables de Jaime Bonilla durante la visita de AMLO: errores al mencionar nombres y cargos de los funcionarios; revelaciones de regaños por parte del Presidente de la República; pocas sonrisas y cuando las había, la mayoría de ellas forzadas; Bonilla uno o dos pasos detrás del presidente en los recorridos pie tierra.

Y así, muchas otras señales que ojalá se queden en el anecdotario político y no trasciendan a acciones que perjudiquen, aún más, la lastimosa situación de crisis por la que atraviesan los municipios de Baja California.

La gira presidencial, que se extendió durante todo el fin de semana, resultó en lo que el diccionario define claramente como una de las principales características del nerviosismos: una sensación de inquietud constante.

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