Las 12 del medio día marca el reloj del arco monumental ubicado en la Avenida Revolución y José se apresura a llevar a la recicladora el cartón que recolectó durante la mañana.

Luego de recibir 120 pesos por el montón que cargó en un triciclo que él mismo adecuó para su actividad, se dirige presuroso hacia la zona conocida como El Bordo, ubicada a unos metros de la garita internacional de El Chaparral, en Tijuana.

Foto: Lisbeth Chávez/ Glocal Media

En el trayecto, se encuentra con conocidos que se dirigen al mismo lugar. Ellos también dejaron atrás sus actividades para ir al punto de encuentro. Algunos estaban recolectando objetos de aluminio para cambiarlos por unos pesos o vendiendo chicles en los cruceros o lavando carros en las calles.

Cuando José y sus acompañantes llegan al Bordo, por el área de donde se encuentra el Mexitlán, ya hay un grupo numeroso de personas concentradas debajo de uno de los puentes vehiculares que llevan a la garita. Todos están ahí por el mismo objetivo.

Foto: Lisbeth Chávez/ Glocal Media

Después de saludar a sus conocidos y de evitar a “los más clavados”, como él les llama a los más conflictivos, José espera pacientemente.

Unos minutos después un carro con varios sujetos se interna al interior de la Canalización del Río Tijuana a toda velocidad. Dos de ellos se bajan y todos se arremolinan alrededor; han llegado para proveerles las sustancias que luego José, y los demás, habrán de inyectarse en las venas o fumar con sus pipas.

La escena se repite de la misma manera todos los días, a la misma hora.

“Ellos vienen y nos dan ‘la chiva’ (nombre con el que se refieren a la heroína), unos como yo les pagamos y sobres, nos vamos a picar y listo. Pero luego agarran a dos que tres más clavados y les dicen ‘a ver, chíngate esto’. Luego uno ahí ve a los compas pirados que no saben ni qué hacer”, platica José a Glocal Media.

Foto: Lisbeth Chávez/ Glocal Media

Lo que los distribuidores de droga en Tijuana están haciendo al ofrecer sustancias de forma gratuita a los consumidores, es una experimentación para medir el nivel de dosis y reacción que puede generar el fentanilo entre las personas.

Algo que no es nuevo, pero que para los especialistas en el tema significa una problemática mayor, debido a que esto genera un nivel considerable de muertes por sobredosis.

Un estudio realizado en 2019 por el Instituto Nacional de Psiquiatría (INP) “Ramón de la Fuente Muñiz” y la Asociación Civil PrevenCasa, reveló que en Tijuana al menos 20 personas habían muerto por sobredosis de fentanilo en consumo intravenoso; esta droga resulta hasta 80 veces más potente que la heroína.

El fentanilo es una sustancia que dejó de ser solamente un producto exportable hacia Estados Unidos, en donde los criminales obtienen ganancias millonarias, y ahora es una droga de consumo interno en la ciudad, con la que grupos vulnerables se ven expuestos no solamente a su consumo, sino a ser parte de la experimentación que los distribuidores realizan.

Alfonso Chávez, coordinador de reducción de daños de PrevenCasa, compartió a Glocal Media que desde 2018 se comenzó a dar con mayor frecuencia el consumo de drogas sintéticas; anteriormente lo que se veía en el mercado era la conocida como ‘China White’, que es la heroína pura blanca, misma que los consumidores asocian con las nuevas drogas de laboratorio.

Sin embargo, mediante un estudio se identificó la presencia del fentanilo en el 89% de las pruebas que se realizaron a material de consumo, lo cual incrementa el riesgo de tener una sobredosis y es más difícil revertirlo, debido a que ahora tienen que lidiar con otra situación: la población que antes se concentraba solamente en El Bordo, a la altura del Chaparral, ahora se ha dispersado a lo largo de la Canalización del Río Tijuana.

El motivo son las intervenciones y las limpias sociales que lleva a cabo cada administración municipal. Alfonso cuestiona que es muy común que el tema se atienda desde una visión de estética y aspecto, y se trate el problema desde un asunto de seguridad y no como un tema de salud, que es lo que realmente se requiere.

Foto: Lisbeth Chávez/ Glocal Media

Con estas limpias o redadas, las autoridades internan a los consumidores en centros de rehabilitación a la fuerza, en donde no reciben el tratamiento adecuado para poder revertir o canalizar su situación, y al salir se dispersan para evitar caer otra vez en estos centros.

Es por esto que ahora dicha población fluctúa en diversas partes de la canalización, en áreas como la colonia 20 de Noviembre, a la altura de la Central Camionera e incluso hasta el Corredor 2000. Ello dificulta la atención de organizaciones como PrevenCasa, porque es más difícil alcanzar a esa población y brindarles servicios de salud.

Lo que el personal de esta asociación realiza en dicho contexto, es que mantiene un dispensario de intercambio de jeringas y material de uso inyectable, como parte de un programa de reducción de daños, que tiene la finalidad de prevenir la transmisión del VIH, Hepatitis C y enfermedades de transmisión sexual. De igual manera, hacen jornadas por diversos puntos del canal con el mismo objetivo.

Foto: Franco Franco/ Glocal Media

Alfonso resalta que diariamente se atienden cuatro o cinco casos de sobredosis, ya sea en sus instalaciones, en El Bordo, o en moteles y hoteles de la Zona Norte; y pone de manifiesto que “es una mentira que no haya una alarma por sobredosis” en Tijuana, algo que las autoridades niegan.

“Las sobredosis siempre han existido con el consumo de cualquier sustancia, pero las instituciones saben poco de ello porque existe nulo acercamiento hacia la población consumidora”, dice Alfonso.

El hecho de que el sistema de salud no cuente con registros en casos de sobredosis, explica, es porque las personas consumidoras no llegan a las instituciones públicas

“La gente prefiere venir a estas organizaciones (como PrevenCasa) donde no se les pide ningún documento, no se les pregunta si son migrantes o no, o si viven en situación de calle, no nos importa, lo que queremos es que la gente acceda a la salud”.

“Las instituciones no entran al canal a tratar una situación de sobredosis, por ello no tienen registro de esta problemática. Además que no cuentan con el equipo suficiente para atenderlas, están muy limitadas a la naloxona, que es el medicamento utilizado para las sobredosis; en México una dosis de naloxona vale 500 pesos y no las tienen, ni la Cruz Roja cuenta con ello”, expresó.

Para los especialistas, el fentanilo tiene los factores adecuados para crear un mercado ideal y Tijuana no es la excepción.

Antes una persona llegaba a inyectarse tres o cuatro veces al día con heroína, pero con el fentanilo lo hacen con mucha mayor frecuencia. Una dosis en el mercado tiene un costo de 50 pesos, lo cual la hace de fácil acceso.

“Hay una problemática real de salud”, resalta Alfonso Chávez, pero el problema es que se combate con una política de seguridad, pues vemos en las calles al Ejército. Esta visión de seguridad refuerza el control hacia la ciudadanía, pero “los consumidores no son los que mueven las drogas, no son los que manejan los puntos de venta”.

“Las políticas tienden a criminalizar a estas personas que solamente son consumidoras. Lo que necesitan es acceso a salud, vivienda y trabajo. Si seguimos teniendo esta misma política y este mismo abordaje, las cosas no van a cambiar. Necesitamos más servicios de salud para la gente, implementar nuevos modelos de abordaje y con una política basada en derechos humanos”.

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