CUBREBOCAS

“La gente exige la libertad de expresión como una compensación por la libertad de pensamiento, que rara vez se utiliza.” -Søren Kierkegaard.

Ahora resulta que las redes sociales son el parámetro para medir a la libertad de expresión… ¡POR FAVOR!

Que alguien nos explique en qué momento Facebook, Twitter, Instagram y un largo etcétera dejaron de ser el mundo irreal, para convertirse en el parámetro de medición de nuestras libertades, derechos y responsabilidades. El derecho a la libertad de expresión surge en el mundo entero, si no, mal recuerdo, para evitar la censura desde el gobierno hacia los medios de comunicación.

El debate hoy en día sobre el comportamiento de las redes sociales surge, precisamente, desde el interior de los gobiernos que ven vulnerado su poder ante un gigante que no pueden controlar en su totalidad.

Personajes como Donald Trump en Estados Unidos, o Andrés Manuel López Obrador en México, se han beneficiado grandemente de las redes sociales. A través de ellas han logrado ubicarse en el mapa mundial, más allá de los cargos públicos que ostentan. Pero, megalómanos como son, ahora ya nos les parece el actuar de las otrora benditas redes sociales.

El discurso de ellos y sus seguidores es por demás necio, contradictorio e hipócrita. Simple y claro. Tan sencillo como hacer un análisis diario del comportamiento en redes de ambos mandatarios y analizar.

¿En cuántas ocasiones hemos leído o escuchado, tanto a Trump como a AMLO, desacreditar el trabajo de periodistas y medios de comunicación? ¿En cuántas ocasiones los seguidores de estos personajes han solicitado se eliminen publicaciones de alguna red social?

¿No es acaso un discurso recurrente en las mañaneras de Andrés Manuel? ¿Cuántos periodistas y comunicadores en México han sido y siguen siendo perseguidos?

El actual debate alrededor de la libertad de expresión es el resultado de un hecho que, en ningún momento, viola la libertad de expresión. Las redes sociales, como empresas privadas, tienen su propia reglamentación y términos que uno, como usuario, acepta al momento de querer formar parte de ellas.

El actuar de los propietarios de dichas redes es perfectamente legal y las quejas de los seguidores de Trump, incluido Andrés Manuel, carecen de fundamento.

Quizá la preocupación de muchos políticos ahora, es que les suceda lo mismo que le sucedió a Trump, y que de la noche a la mañana nuestros gobernantes se queden sin sus canales de expresión más importantes, los que han utilizado a su antojo por años.

Han sido ellos, los políticos, quienes no entendieron el espíritu de las redes sociales al convertirlas en su forma principal de expresión, cuando se trata de plataformas que sólo distribuyen información. Plataformas que se ubican en el espacio virtual y que le pertenecen a un grupo de empresarios.

Por no entenderlo cómo es, ahora están pagando las consecuencias.

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