Imágenes de drones muestran unas 250 focas grises retozando en la costa de Marck, en el norte de Francia, a donde están volviendo tras haber desaparecido en la década de 1970, bajo la presión de los pescadores que las veían como rivales por los peces.

Las focas, que no tienen depredadores naturales en el Canal de la Mancha, son especie protegida en Francia desde la década de 1980 debido a esta persecución de la que fueron objeto.

Según un informe del proyecto Eco-Phoques de la región de Hauts-de-France, al menos 1,100 focas viven ahora en el área.

REUTERS/Pascal Rossignol

“Durante la marea baja, se instalan aquí para engordar, descansar y prepararse para su próxima caza en el mar”, dijo a Reuters el entusiasta de las focas Jerome Gressier.

En la Bahía de Somme, el número de focas comunes creció 14% mientras que las focas grises aumentaron un 20%, según el estudio de Eco-Phoques

Jerome Gressier usa una lente de enfoque largo para identificar focas lesionadas, a fin de saber si hay focas atrapadas en las redes. “Les duele enormemente si las agarran por el cuello”, explicó.

Las focas heridas son tratadas en un centro de rescate de animales cercano en Calais. La directora del centro Christel Gressier dice que muchos de los animales con los que tratan son focas abandonadas por sus madres.

“Aproximadamente a las tres semanas, la madre rápidamente le enseñará a cazar, pero si la foca no es capaz de hacerlo, o no lo hace lo suficientemente rápido, se va y se ocupa de sus asuntos”, dijo. “Es en este momento que podemos intervenir por las focas que no habrían podido adaptarse lo suficientemente rápido”.

REUTERS/Pascal Rossignol

Con información de Reuters.

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