Un turbulento pasado de intervenciones militares extranjeras ha hecho que muchos haitianos se muestren nerviosos u hostiles a los llamados para que lleguen tropas estadounidenses o de otros países tras el asesinato del presidente Jovenal Moise la semana pasada.
El primer ministro en funciones, Claude Joseph, ha solicitado el envío de tropas tanto a Estados Unidos como a Naciones Unidas, que están estudiando las peticiones cuando el país caribeño está sumido en una espiral de agitación tras el asesinato de Moise.
Joseph propuso la idea como una forma de salvaguardar infraestructuras como el aeropuerto y el principal puerto marítimo de la capital. Sin embargo, la idea ha encontrado la resistencia de grupos de la oposición, así como de soldados retirados y gente de la calle.
“No queremos que otros países nos impongan un gobierno”, dijo José Maslin, de 55 años, que se gana la vida reparando televisores y radios, de pie bajo un paso elevado de una autopista en el barrio de Delmas, en el oeste de la capital.
La Asociación de Militares de Haití, que representa a los oficiales retirados, hizo un llamado el martes a la sociedad haitiana para que evite la “humillación” de unas intervención extranjera.
La asociación criticó duramente lo que describió como la falta de planificación “patriótica” del gobierno en funciones, al que acusó de haber optado por “precipitarse en la facilidad de una solicitud de intervención en el territorio nacional”, según un comunicado.
Otro grupo, que representa a la sociedad civil, pidió una solución “organizada por los haitianos” a la crisis del país.
La desconfianza remite una larga historia de huellas militares extranjeras en Haití, incluida una ocupación estadounidense en 1915 que duró 20 años, y a los más recientes despliegues de tropas de la ONU y de Estados Unidos tras la agitación política y los desastres naturales.
La Casa Blanca dijo el lunes que no había descartado la posibilidad de enviar tropas, pero funcionarios estadounidenses han dicho que el Pentágono no ve la necesidad de desplegarlas.
Washington envió un pequeño grupo de menos de una docena de efectivos para reforzar la seguridad de la embajada estadounidense en Puerto Príncipe tras el ataque.
La participación de la comunidad internacional amenaza con empeorar la frágil situación de Haití, dijo Jake Johnston, del Centro de Investigación Económica y Política (CEPR), con sede en Estados Unidos.
“Durante demasiado tiempo, los actores extranjeros han tratado de imponer soluciones desde el exterior”, dijo Johnston. “Esas intervenciones tienen una importante responsabilidad en la situación actual de Haití y en el debilitamiento a largo plazo de la democracia haitiana”.
Alex Dupuy, sociólogo haitiano de la Universidad de Wesleyan, en Connecticut, dijo: “La intervención extranjera no es la solución, la solución es un sistema de gobierno más responsable, pero también mayores oportunidades económicas y la creación de una mejor economía”.
Las calles de la capital se mantenían en calma el martes, a pesar de los llamados a protestas de un líder de pandillas. Las bandas siguen controlando partes de la ciudad, incluidas rutas clave para el suministro de combustible.
Hubo quema de neumáticos en bloqueos improvisados, incluso frente al Ministerio de Justicia, donde los fiscales entrevistaron a los testigos del asesinato de Moise o a otras personas que pudieran tener información sobre el complot, incluidas altas figuras de la oposición.
Con la esperanza de vender ropa de colores extendida sobre una lona de plástico en una concurrida esquina, Judithe Volcy, de 39 años, dijo que las tropas extranjeras no podrían resolver los problemas más profundos de Haití.
“Mira, la economía de Haití está en un estado horrible. Todo es muy caro. Así que mucha gente se va al campo, o los que tienen dinero, se van a otros países”, dijo.
Con información de Reuters.