Es casi imposible no relacionar al narcotráfico con Sinaloa. Lo cual se puede decir que es hasta cierto punto comprensible luego que capos importantes sean originarios de ese estado.

Ante ello se piensa que los sinaloenses están acostumbrados a balaceras, secuestros, retenes de sicarios. Algo que no es del todo cierto.

Lo anterior quedó al descubierto en el documental que se acaba de estrenar y que aborda el llamado “Culiacanazo” o “Jueves negro”.

“El día que perdimos la ciudad”, es un trabajo de los periodistas Marcos Vizcarra y Luis Brito, producido por la organización civil, Iniciativa Sinaloa A.C., así como con el apoyo del Fondo Resiliencia, un programa de The Global Initiative Against Transnational Organized Crime (la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional, GI-TOC)

En el material audiovisual que recupera videos y entrevistas a civiles que vivieron de cerca la violencia desatada por una facción del Cártel de Sinaloa luego de que las fuerzas militares mexicanas aprehendieran a Ovidio Guzmán, hijo del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, se palpa el verdadero sentir de la gente de ese estado ante el crimen organizado.

Ciudadanos expresan frases como: “Nunca me imaginé que nuestra ciudad estuviera secuestrada de esta manera”; “Se escuchaba como si estuviéramos en plena guerra, era impactante”.

“Aparentemente hemos estado acostumbrados a esa violencia en Sinaloa, sin embargo, lo que sucedió ese jueves la ciudadanía vio el miedo de más cerca”, narró Anajilda Mondaca, Dra. En Ciencias Sociales y Humanidades.

Es poco más de media hora la duración del documental y en él se siente cómo el sinaloense no es inherente a la violencia, esto pese a que se piense lo contrario.

El terror e incertidumbre que vivieron las y los sinaloenses queda bien registrado en “El día que perdimos la ciudad”.

Este tipo de trabajo audiovisual sin duda pone el dedo en la llaga al visibilizar que la población en Sinaloa y hasta se podría decir que cualquier persona en México, no convive de manera orgánica con la violencia que generan el crimen organizado, esa con la que el Estado no puede o no quiere.

Sin duda el material vale la pena en el sentido de que recoge las voces de los que quedan en medio del conflicto y quienes son muchas veces las víctimas: la ciudadanía.

“Creo que nuestro propio comportamiento frente a ese tipo de acontecimientos ha marcado nuestra conducta también. Somos diferentes después de ese día”, expresó el activista Óscar Loza Ochoa.

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