Esta semana, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador presentó una inédita demanda contra varios fabricantes de armas estadounidenses, acusándolos de “prácticas negligentes” que facilitan el tráfico de sus productos hacia México. Una de esas armas es el temible Barrett M82.
El fusil, fabricado por Barrett Firearms, usa balas calibre .50 que pueden penetrar fácilmente chalecos antibalas, concreto y hasta tanques de guerra y, según la demanda, es una de las armas predilectas que los criminales mexicanos usan para enfrentarse a las fuerzas de seguridad locales.
De hecho, Romain Le Cour Grandmaison, director de programas de la Oficina de México y Centroamérica de Noria Research, aseguró que el M82 ha interrumpido el equilibrio de poder entre los grupos criminales y la policía local, mal equipada.
“Si tienes un Barrett, significa que fuerzas no especiales, como la policía local y la policía municipal, no pueden luchar contra ti”, opinó Grandmaison. “Eso deja a los militares como los únicos capaces de luchar contra los cárteles”.
Protagonista en la primera guerra del Golfo, el M82 surgió en la década de 1980 y, gracias a su eficacia y potencia, más de 70 agencias de seguridad del mundo la utilizan, según la propia Barrett Firearms, que no respondió a solicitudes de comentarios.
Entre 2009 y 2020 se requisaron 358 M82, siendo 2019 el año con más confiscaciones, con 68, de acuerdo cifras oficiales citadas por el periódico Milenio. Pero los decomisos no parecen ser suficientes para frenar la sangrienta guerra contra los cárteles de la droga que ha llevado el crimen a niveles récord.
La mayor parte de las incautaciones se realizaron en el noroeste de México, un territorio dominado por Los Zetas y el Cártel del Golfo. Sin embargo, el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) también han hecho uso del fusil, que pesa unos 14 kilogramos y mide cerca de 1.5 metros.
Para Grandmaison, el M82 también se ha transformado en un símbolo de estatus para los criminales mexicanos que desean proyectar su poder. A menudo, los cárteles de la droga publican fotos de sus pistoleros con armas de grueso calibre y artilugios de guerra, imitando el estilo de las fuerzas militares.
“UN ARMA DE GUERRA”
A mediados de 2020, el Barrett M82 fue una de las armas usadas en el atentado contra el secretario de Seguridad capitalino, Omar García, quien sobrevivió y señaló al poderoso CJNG de estar detrás del fallido operativo que se saldó con la vida de dos de sus escoltas y una transeúnte.
El M82, que puede disparar 70 balas por minuto con un alcance máximo de 2,500 metros, es capaz de derribar aeronaves, como quedó demostrado en septiembre de 2016 en Michoacán, en el oriente del país, cuando supuestos integrantes del grupo criminal “Los caballeros templarios” derribaron un helicóptero que realizaba un operativo antinarcóticos.
“Es un arma de guerra”, dijo un funcionario mexicano, quien habló bajo condición de anonimato y que calificó la tenencia del M82 por parte de delincuentes como “un problema serio” por su enorme poder de fuego.
El fortalecimiento de los cárteles de la droga en México no puede entenderse sin el poder de fuego con el que cuentan, en muchas ocasiones mayor al de las fuerzas armadas.
De hecho, en octubre de 2019, tras aterrorizar con disparos de M82 a la población de Culiacán, en el noroeste del país, miembros del Ejército tuvieron que liberar al hijo del apresado narco Joaquín “El Chapo” Guzmán.
La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) estaría planeando fabricar fusiles de alto calibre similares a los M82 para contrarrestar el poderío de los criminales, de acuerdo a un reportaje de 2019 del diario El Sol de México.
El Congreso de Estados Unidos fue notificado la semana pasada de que la Marina y la Infantería Naval mexicanas están alineadas para comprar hasta 5.5 millones de dólares en rifles automáticos fabricados por SIG Sauer, que pidió autorización a las autoridades para concretar la venta, informaron a Reuters fuentes familiarizadas con el caso.
Sin embargo, analistas de seguridad consultados por Reuters opinan que el principal obstáculo de esa clase de proyectos es que, por tratados internacionales, las fuerzas armadas mexicanas no pueden utilizar armamento sofisticado para enfrentar a los cárteles ya que el país no se encuentra en guerra.