A todas las personas trans que
arrebataron demasiado pronto.
“Veía mi cuerpo en el espejo y no concordaba con la idea que tenía en la mente”, revela Sanv, influencer y artista drag de 23 años con quien conversamos en Glocal Media. Esto con motivo del Día Internacional de la Memoria Transexual, que se conmemora hoy 20 de noviembre.
Sanv es alta, delgada, cabellera larga y ondulada. Viste unos jeans, y un suéter de flores que deja al descubierto su ombligo, coronado por un piercing. Maquillaje natural; pestañas tan largas como las alas de una mariposa.
Oficialmente inició su transición hace dos años, pero fue desde antes con el drag que “cada que salía con ropa femenina me sentía yo misma”.
Al indagar en su pasado le pregunto sobre su familia biológica. Silencio. Risa nerviosa.
“Siempre he dicho que la familia se crea”, asevera. Cuenta que cuando salió como hombre gay, a su familia no le pareció. A los 18 años tuvo una pelea con su mamá que terminó en el exilio. No obstante, ella adoptó una nueva familia que la acepta “en todos los sentidos”, además de sus amistades.
Conforme a la premisa histórica que la sociedad ha impuesto sobre la genitalidad, sólo existen dos géneros: masculino y femenino. Sin embargo, todas aquellas personas que no encajen dentro de esta congruencia normativa están destinadas a la señalización y al escarnio y a la expulsión, como en el caso de Sanv, (Ricardo Coyotzin. 2019).
El Observatorio Nacional de Crímenes de Odio contra las Personas LGBT, en su informe del 2020, afirma que “el cuerpo de las personas trans y su identidad dejan de representar un elemento propio para ser objeto de dominio público, de escrutinio”.
Sanv no se doblega ante estas miradas castigadoras, sino que opta por la resiliencia:
“Aunque no creas, que la gente te mire, te trae un empoderamiento muy grande porque sientes que les llamas la atención. En mi caso trato de pensar que me están viendo porque soy bonita“.
Y recalca: “la gente es curiosa y le gusta voltear a ver, seas trans o no”.
Al cuestionarla sobre la violencia que ha sufrido por su identidad, nos adentramos en terreno espinoso. Desde la militancia LGBT+ existe un punto ciego, pues ser gay no te exime de la transfobia.
“Me triggerea pensar que una persona de tu comunidad use esas palabras”, esto refiriéndose a lo que han dicho ciertos hombres gay cisgénero.
“Dicen que sólo nos ven como drag queens”. Y aprovecha para evocar el legado de la activista trans Marsha P. Johnson en su lucha por el orgullo y la importancia de los disturbios de Stonewall: “No se educan. Gracias a las mujeres trans de tiempos pasados tienen los derechos y hasta la oportunidad de ser libres y hasta criticarse”.
Siguiendo la misma línea de reclamo, Sanv asegura que “ser trans era visto como una patología”. Apenas en el 2018 la Organización Mundial de la Salud retiró la transexualidad de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11).
Además de desestimar su identidad, o volverla una enfermedad que debe ser curada, las personas trans se enfrentan a otra acusación: la apropiación del género. Dicha acusación proviene muchas veces de un tipo de feminismo, como el TERF, que se traduciría al español como Feminismo Radical Trans Excluyente.
“Había un grafiti por la Lázaro Cárdenas que decía Mueran las trans con pito y abajo decía RadFem, o sea, feministas radicales”, relata Sanv. Asegura que para esas mujeres, las trans se apropian del ser mujer y “unicamente se están mofando“.
“No nos queremos apropiar de nada porque es muy difícil de por sí”, se queja Sanv. Y es que, en este tipo de señalamientos se suele olvidar que los riesgos de discriminación, pérdida de empleo, acoso público y violencia aumentan para quienes viven abiertamente como personas transgénero, (Judith Butler. 2004).
Esta exclusión por parte de algunas feministas la privó de asistir al 8M en 2020 por el miedo a ser agredida. Ella preguntó en Internet, “oigan, ¿aceptan mujeres trans?”, y respondían: No. No hombres.
“Nosotras queremos luchar por todes, y por ellas también”, explica Sanv. Pero no todo han sido malas experiencias, pues afirma que tuvo diálogos con radicales donde al final hasta se disculpaban o decían “es que la verdad no lo había visto de esa manera”.
En cuanto a la salud mental, revela que sufre ansiedad, que se agravó con la pandemia. Tomó terapia en el Centro SER de Tijuana, donde fue asistida con hormonas y le ofrecieron ayuda psicológica.
“Me han preguntado cómo empezar, qué tomar. Siempre les digo: ve con un endocrinólogo, si tienes algún centro que te apoye, o incluso gracias a la pandemia que sea online”, exhorta Sanv.
Y agrega que apoyar a alguien se siente muy chido: “Sientes que no sufres sola”.
Una de las cosas que la entristece como mujer trans es el no poder tener una relación seria por el qué va a pensar la otra persona. “Para algunes sí es una molestia, como de me mentiste. A otros les resulta incómodo, no con ellos sino con su familia”.
Además de estos baches amorosos, no faltan las propuestas de índole sexual, pero ella las rechaza porque solo van tras su físico. Especialmente los hombres: “Son bien mañosos. Me gusta crear un vínculo con una persona, y cuando los hombres se acercan solo para eso, hasta me da asco”.
Pero no discrimina en el sentido de que si a alguien más le gusta, para ella está bien, “pero a mí me gusta que la interacción sea real”, y narra otra suposición que se da por sentada en las mujeres trans. “Cuando salimos se me acercan con la intención de que por dinero me voy a acercar. Aún sigue ese estigma de que las mujeres trans solo somos sexoservidoras”.
Casos como el de la estrella pop Kim Petras, la modelo Victoria Volkóva, la actriz Zión Moreno, o la youtuber Nikkie Tutorials contradicen la narrativa que encasilla a todas las mujeres trans.
Tampoco hay que olvidar la relevancia y la presencia de los hombres trans: Elliot Page, actor; Laith Ashley de la Cruz, modelo dominicano de firmas como Marco Marco; y Gottmik, primer hombre trans en RuPaul’s Drag Race, por mencionar algunos.
Si bien Sanv sufrió ataques de transfobia al inicio de su transición como los gritos de puto, joto o travesti, también llegó a padecer un efecto de esa transfobia. Ese efecto erige sus cercos con alambres de púas desde dentro: la inseguridad por no encajar dentro del ser mujer.
“A veces estamos en algún lugar público y es como (tamborilea sus dedos en la mesa reteniéndose) se me ve algo… Ay no, me choca decirlo, hasta me caigo gorda. ¿Se me ve algo de hombre?, cuando no debería ser así”.
Esa angustia que sufre Sanv por llegar a verse masculina se trata de la disforia de género. Este término describe “una profunda sensación de incomodidad y aflicción que puede ocurrir cuando su sexo biológico no coincide con su identidad de género”, (Medline Plus). También lo suelen padecer las personas no binarias.
Un problema que suele ser un disparador de la disforia y que persiste como una problemática para la comunidad trans es el reconocimiento legal.
“Me ha detenido mucho”, sostiene Sanv, quien asevera que gracias a que no puede cambiar legalmente sus papeles sigue desempleada. Pero más allá de eso, Sanv declara que es algo que se debe implementar “por el hecho de la persona, que viva feliz y plena”.
Su exigencia como mujer trans es que en Baja California, la reasignación de género en el acta de nacimiento sea “fácil, y accesible, y gratuito”. El cambio de nombre es posible, pero, como plantea Sanv, “imagínate poder cambiar de nombre y que al lado, pum, tu género”. No descarta que también puedan cambiar su estatus las personas no binarias.
Esa realidad podría estar cerca pues según la congresista Evelyn Sánchez Sánchez, ya hay una iniciativa de reformar la Ley Orgánica del Registro Civil de Baja California.
Esto garantizaría la posibilidad de reconocer la identidad de género en las actas de nacimiento, INE, y pasaporte. Veremos si el gobierno de Marina Del Pilar atiende ese vacío jurídico, o sigue perpetuando esta falta a los derechos humanos.
El reconocimiento por parte del Estado es una exigencia primordial para Sanv. Sin embargo, su mayor miedo es el “morir y no por viejita, sino por odio”.
Mientras preparaba este reportaje asesinaron a Alicia Tita Díaz en Ensenada. En Tijuana, en el curso de los últimos años, mataron a Kendra Gonzales, a Jeanine Huerta, y a muchas más, tanto en BC como en México.
El presunto asesinato de la Veneno, trans española estrella de la televisión, sigue impune. A la productora musical Sophie, pieza fundamental del hyperpop, la mató el azar. Cayó desde el techo de su casa cuando subió a ver la Luna. La muerte suele rondar a las mujeres trans, y los números no mienten.
Acorde a Transgender Europe, México es el segundo país con más transfeminicidios en América Latina. Con base en el informe de la organización civil Letra S, en 2020 en México hubo 43 asesinatos contra mujeres trans. Este escenario de hostilidad orilla a las mujeres trans a vivir en alerta perpetua. “Nunca estoy sola, y si salgo voy con el Jesús en la boca”.
Una estrategia ante el terrorismo de género que usa Sanv es andar acompañada, y aun así no basta. “No es suficiente porque salgo con gente de la misma comunidad que pueden pasar por las mismas agresiones que nosotras”.
Pese a todas las violencias y dificultades, para Sanv no hay gozo como el existir. Así describe su momento más feliz: “Fue cuando pude determinar qué era, quién era. El día que me llegó el soy trans fue el más feliz. Me sentí completa. No tenía que dudar ni odiarme más”.
Sanv finaliza recordando los titubeos que vivió: “Me pregunté, ¿quieres vivir así, infeliz? Seas cisgénero y vivas lo lineal, la gente va a hablar. Entonces, ¿te quieres arrepentir, o quieres vivir?”.
Sus palabras me traen a la memoria la letra de la canción Immaterial de Sophie, que en paz descanse. Esta canción podría ser la definición de cómo se escucharía el sentimiento de euforia de género.
“Without my legs or my hair / Without my genes or my blood / With no name and with no type of story / Where do I live? / Tell me, where do I exist?”.