Los nuevos paradigmas siempre tienen sus cositas, sus detalles. Ante la opinión externa, un lugar nuevo se percibe con recelo e insatisfacción. Este fenómeno de negación se llama sesgo de conocimiento, y ocurre cuando decidimos deformar el mundo en vez de comprenderlo.

Investigadores sociales han buscado por años la fórmula mental que describa dicho sesgo. La toma de decisiones y nuestra visión de la realidad son perfectibles cuando comprendemos el origen de esos errores y en qué consisten.

Preferir qué creer y cómo creerlo es la razón por la que el sesgo cognitivo es imprevisible. Obedece al libre albedrío, a la suposición, a la experiencia personal y al conocimiento previo que se tenga del hecho que se juzga.

Partiendo de que lo que vemos pudo ser o no; que lo que escuchamos fue dicho o no; que lo que nos dicen puede tener segundas intenciones o no; cualquier pensamiento, opinión o noticia goza del sesgo de conocimiento.

Este efecto permite, por ejemplo, que haya campañas publicitarias o políticas dirigidas a cierto sector, en donde se ignora al resto intencionalmente con el fin de obtener el aval del público que se busca.

Por eso vemos memes en redes sociales que nos indican qué tipo de maruchan somos o qué tan panista es tu tía, porque dicho producto se creó para ese público que conoce detalles políticos o que es curiosito por naturaleza.

El más claro ejemplo del sesgo de conocimiento que sufrimos en México es el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien con sus otros datos ha fortalecido el papel de víctima para respaldar la idea de ser atacado sistemáticamente.

El próximo miércoles 1 de diciembre Andrés Manuel cumple la mitad de su condena… digo, de su mandato, y en estos 36 meses de gobierno el presidente de México ha confrontado todos los problemas de su gobierno, le correspondan o no, contra su palabra, su honor y su hechura.

Propios, ajenos o simplemente satelitales, López Obrador ha optado por dejar que todos los problemas se le estrellen en el pecho aprovechando su enorme popularidad, el trabajo de su gobierno y la investidura presidencial.

Los aplaudidores, los ex priistas, los ex panistas, los ex delincuentes; los chairos que habitan el mundo paralelos, los caricaturistas, Lord Molécula y compañía; Jaime Bonilla, las medicinas, la delincuencia y la inflación… todo va y termina en el escritorio de Andrés Manuel, desde donde se mueve el lápiz que escribe la historia en cada mañanera.

Aprovechando su exposición desmedida, la Cuatroté ha logrado más enemigos que simpatizantes en este trienio que lleva, ha logrado más chairos decepcionados que ex antagonistas adheridos.

La justificación de que los gobiernos anteriores hicieron todo mal es un argumento que no siempre funciona y que cada vez suena más extraño, repetitivo y rancio. El sesgo de conocimiento que significa la cacería de brujas, ya no es bien visto por quienes desean el futuro sin verse atorados por el pasado.

Según un estudio de Mitofski, el presidente de México concluyó octubre de 2021 con el 64% de aprobación y con el 36% de desaprobación. Antes de juzgar los números como tales, y que la chairiza se alebreste en hurras, es importante analizar otros factores:

54.8% de los empresarios, 50% de los estudiantes universitarios y 50% de los servidores públicos; 45% de los profesionistas, 40% de los comerciantes, y 38% de los jubilados, las mujeres y las personas de 50 a 59 años, rechazan la gestión de Andrés Manuel.

En cambio, 78% de los campesinos, 71% de los profesores y 68% de los jóvenes de 18 a 29 años; 67% de quienes tienen preparatoria terminada o menos, y 65% de hombres y trabajadores informales, avalan el gobierno del tabasqueño.

En resumen: creer en el 64% de aprobación como un triunfo, sin considerar los factores de dicho aplauso, es como confiar que con el 36% de rechazo es más que suficiente, sin conocer a quienes lo repudian.

Foto: CUARTOSCURO.COM

Este asunto de creer cosas absolutas para no contar las circunstancias particulares, es un problema de la política en general. En Baja California lo sufrimos a diario, por ejemplo, ante cada decisión de la nueva gobernadora, a quien discriminan sólo por ser mujer.

Hoy 25 de noviembre de 2021 -en que se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer-, debería darle vergüenza a dos que tres personalidades de Baja California pensar tan mal de Marina del Pilar sólo por ser una mujer embarazada y gobernante.

Para muchos hombres de la política o el empresariado, las féminas en el poder son casi un estorbo o casi un objeto. Algunos ex panistas, incluso, la perciben como la monita de vudú perfecta para exorcizar a Jaime Bonilla y su estilo de gobierno en Baja California.

La gobernadora recibe ideas, palabras, datos y folios que la llenan de información inútil, manipuladora y contradictoria.

A diario se enfrenta al sesgo de información para poder tomar una decisión, y aunque hasta el momento parece estar al día, pronto lo que conoce y lo que sucede se estarán separando, desligando y alejando.

Esa brecha que se crea poco a poco es la más peligrosa para la gobernadora Marina del Pilar, ya que es ahí justamente cuando se le propondrán soluciones escandalosas que podrían ponerla en la palestra.

Después de todo, al atender las ideas de los hombres, también hay sesgo de conocimiento.

DE LA BIBLIOTECA.- “Y ahí estaba: una fantasmal sombra por momentos gris, por momentos azul y blanca, que se iba adentrando en el campo de luz proyectada por el helicóptero…” —Arturo Pérez-Reverte, en La reina del Sur.

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